Los cursos de verano de la Universidad de Málaga, organizados por la Fguma, han celebrado este miércoles su segunda jornada en Marbella. Luis Beato Fernández, jefe de Psiquiatría del Hospital General Universitario de Ciudad Real, ha participado en el seminario "Prevención de trastornos de la conducta alimentaria" con la conferencia "¿Qué hacer cuando las pacientes se quedan atrapadas en un TCA? Prevención terciaria".

El especialista ha explicado que estos trastornos están en aumento desde hace dos décadas: "Inicialmente se daban fundamentalmente en población adolescente, no obstante, especialmente desde la pandemia, afectan también a niños y niñas en etapa prepuberal. Además, hay un pico de incidencia en la edad media de la vida relacionado con situaciones de crisis en el entorno familiar o laboral". Todo ello hace que la prevalencia general en los trastornos alimentarios siga creciendo, según el experto.

Acerca del porcentaje de personas que los padecen, ha indicado que por cada paciente que consulta hay diez que no lo hace y, concretamente, en bulimia la prevalencia es mayor, "pocos casos llegan a los servicios de salud mental". En cuanto a la diferencia entre hombres y mujeres, Beato ha hablado de una cifra clásica, un hombre por cada diez mujeres, "pero nuestra experiencia en España es que existe un varón por cada 20 mujeres", además ha mencionado diferencias clínicas, en las mujeres es más frecuente la restricción alimentaria y en los hombres el ejercicio físico compulsivo.

El ponente ha indicado que el pico de incidencia en los casos de anorexia está en los 14 años, los 16 en los de la bulimia y el tiempo de evolución, "si se recuperan bien", suelen ser de cuatro o cinco años. "Pierden años de vida que son esenciales para otros aprendizajes como la incorporación laboral, la vida académica o las relaciones sociales, por lo que mi trabajo es enseñarle al paciente, una vez que es capaz de controlar la enfermedad, qué cosas les quedan por mejorar en su vida, cuáles son sus objetivos vitales...", ha afirmado en relación a la labor llamada "prevención terciaria".

Además, ha destacado que el abordaje debe ser multidisciplinar, que intervengan profesionales de psicología, psiquiatría, enfermería, nutrición... y que hay un tanto por ciento elevado de pacientes con síntomas que se convierten en crónicos, en el caso de la anorexia está alrededor del 30% y en el de la bulimia este porcentaje aumenta hasta el 50%. Por último, ha añadido que, aunque el aspecto social es importante, el genético también: "El ambiente carga el arma y la dieta aprieta el gatillo".

Ciberseguridad y desinformación

De otra parte, el seminario de la UMA "El periodismo frente al reto de la desinformación" ha acogido esta segunda jornada la intervención de Mar López Gil, exdirectora de la Unidad de Ciberseguridad del Departamento de Seguridad Nacional (DSN). La experta se ha referido a la IA como uno de los principales factores que influyen en este sentido, siendo a la vez parte y solución del problema de la desinformación.

"Las tecnologías disruptivas han servido para la construcción de ciberataques y lo vemos también en este caso. Lanzar desinformación utilizando la Inteligencia Artificial está a la mano de cualquiera", ha admitido. Pero, asimismo, López ha aportado que actualmente es una herramienta valiosa para detectar y contrarrestar la desinformación, sobre todo en imágenes como los deep fakes. "La tecnología es imperfecta y vulnerable, así que podemos utilizarla tanto para el bien como para el mal", ha resumido.

En esta línea, la especialista en ciberseguridad ha indicado que las redes sociales son uno de los principales canales a través de los que difunde la desinformación, un hecho especialmente significativo en el sector más joven de la población, definiéndolo como un "problema de primer orden", según los informes de los que dispone.

"Los jóvenes donde más consultan las noticias es en redes sociales, y el control de la desinformación en este terreno es complicada", aludiendo a las posibles acciones legislativas que se pueden aplicar en este ámbito, aunque ha indicado que la UE ya ha puesto encima de la mesa regulaciones e incluso códigos de buenas prácticas para intervenir de alguna forma en estas tácticas.

Por último, ha indicado que la desinformación es una de las principales amenazas a la seguridad nacional, cuya evolución y crecimiento se ha ido comprobando a lo largo del tiempo. Así, ha manifestado, el último informe anual de Seguridad Nacional la sitúa incluso por encima de los ciberataques o el terrorismo.

Por ello, y en referencia a los mecanismos para protegernos contra ella, López ha apostado por las dos herramientas más efectivas a su parecer: la comunicación estratégica y la alfabetización mediática, enfatizando en la concienciación de la ciudadanía para comprobar que la información que consume es fidedigna y no tienda a la polarización.