"¡A mí me hablas en inglés, ¿entiendes?!". Con estas palabras, un conocido abogado de Nueva York comenzaba un lamentable espectáculo de xenofobia en un céntrico restaurante de Manhattan. "Sus empleados se han dirigido en español a los clientes. ¡Estamos es EEUU, sólo deberían hablar inglés!", recrimina el sujeto en cuestión.
Pero ¿quién es? Este esperpéntico protagonista se llama Aaron Schlossberg. Se trata de todo un abogado, judío, que según su CV habla -y hace negocios- en español. Además, es simpatizante de Trump. Pero el bochorno no ha parado. "¡Seguro que no tienen papeles! ¡Con mis impuestos pago sus subsidios!", ha insistido.
Ante la respuesta en bloque del personal, amenaza con denunciarles para que les deporten: "¡Voy a llamar a Inmigración! ¡Voy a hacer que os echen a patadas de mi país!". Acabaron echándole del local. Hoy, los activistas y la prensa se le han echado encima. Y él lo ha calificado como una campaña de "auténtico acoso".
Sin embargo, el letrado Schlossberg tiene un cierto historial de encontronazos xenófobos: una vergüenza para una ciudad como Nueva York, tan cosmopolita.