Miguel Ángel Martínez (Erandio, 1960) abandonó el País Vasco en tren el 28 de abril de 2005 con más de 10.000 euros en su cuenta de la Kutxa (BBK). Percibía además una pensión mensual de 618 euros debido a la esquizofrenia paranoide que padecía. Quería viajar por toda Europa, pero no regresó vivo de la aventura. Apareció flotando muerto junto a la orilla del fiordo de Lidingö, barrio residencial de clase alta de Estocolmo.
Meses después, su cuerpo llegaría a Inglaterra, cumpliendo su deseo de ser enterrado allí, y la autopsia reveló que había sido mutilado. El forense británico no halló ni el corazón ni la mitad del hígado. Sin embargo, las autoridades suecas aseguran que Miguel Ángel se suicidó y que su cuerpo partió intacto hacia Londres.
Gracias a las pesquisas realizadas por su hermana Blanca, se sabe que a finales de junio de 2005 se inscribió en el consulado español en Estocolmo e informó a sus funcionarios de que tenía problemas con su tarjeta de crédito. "No soy un indigente", le explicó Miguel Ángel a la empleada española de la embajada. "Pero no puedo acceder al dinero de mi cuenta".
Pasaron tres meses hasta que la madre del difunto recibió una llamada de la comisaría de Gordóniz (Bilbao) donde se le informaba de que su hijo, o alguien con su DNI, había aparecido muerto en la orilla de una isla próxima a la capital de Suecia. Según la policía escandinava, el cadáver flotaba en avanzado estado de putrefacción junto al puente que conecta Estocolmo con Lidingö.
Dos días después, la policía sueca comunicó que las circunstancias de la defunción parecían insinuar que Miguel Ángel se arrojó desde uno de los ferries que realizan el trayecto entre Helsinki y Estocolmo varias semanas antes de encontrar su cadáver. De acuerdo a la autopsia sueca, murió por ahogamiento. Entre sus pertenencias no se halló ningún billete que probara que viajaba en un ferry. El cuerpo sí presentaba hematomas en la zona costal y en la cápsula suprarrenal derecha, pero según la forense, las lesiones podían ser debido a un golpe violento causado por el impacto contra el agua al caer de cierta altura.
A dos primos de la víctima que viajaron a Estocolmo para obtener más información se les impidió ver el cadáver "debido a su avanzado estado de descomposición". La autopsia pasó también por alto un detalle que sí recogieron inicialmente los policías que se personaron en Lidingö: Miguel Ángel presentaba una herida en la ceja derecha.
Cuando el cuerpo de Miguel Ángel fue enviado a Reino Unido para ser enterrado allí, las autoridades británicas encargaron una segunda autopsia. Y las conclusiones fueron sorprendentes. El cadáver del vasco llegó a Londres sin corazón y sin más de la mitad del hígado: "Ambos pulmones han sido diseccionados y no presentan cambios patológicos específicos diferentes a los de la descomposición (...). Fueron identificados 600 gramos de un hígado parcialmente seccionado. (...) El corazón no fue identificado". Esta autopsia también reveló que los pulmones no mostraban signos de ahogamiento ni de encharcamiento.
En opinión de la familia, Miguel Ángel fue arrojado al agua muerto. Pero la forense sueca tenía otra explicación: "El cuerpo partió hacia Londres con el corazón. Este pesaba 261 gramos y tenía la forma y los tamaño habituales". A su juicio, los ingleses "no lo vieron debido al estado avanzado de descomposición que el cadáver presentaba", pero no explicó por qué se volatilizó más de la mitad de un hígado, retirado del cadáver mediante un limpio corte quirúrgico.
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Esta semana, el Ministerio de Justicia británico ha autorizado exhumar el cadáver de Miguel Ángel Martínez Santamaría para que su familia pueda realizar una tercera autopsia que aclare los hechos. La familia dispone de un año para practicar un test de ADN a los restos mortales sepultados en el cementerio londinense de Gunnesbury, y cotejar después sus resultados con los de su familia. Pero, además, esa autopsia podría dilucidar si el joven fue víctima de tráfico de órganos. Según lamenta la familia en su blog, "casi 13 años después desconocemos la causa, fecha y circunstancias de su muerte pero, lo que es peor, no tenemos la certeza de que el cadáver que hemos enterrado sea Miguel Ángel".
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