La familia Montoya ha fijado el precio en 6.000 euros. "Es una cantidad muy por debajo del valor de mercado, que demuestra que solo pretendemos deshacernos de una vivienda que no utilizamos y que nos genera gastos. El dinero no será para pagar al abogado de Bernardo, como se ha dicho", ha aclarado uno de los nueve hermanos Montoya, según informa El Periódico.

Admite que la vivienda está "marcada" por lo que ocurrió en su interior el pasado 12 de diciembre. Entre esas cuatro paredes, Bernardo Montoya presuntamente maniató, tapó la boca y asesinó a golpes a la profesora Laura Luelmo, de 26 años, pera después violarla

Antes de lo que pasó allí (se refiere al asesinato de Laura Luelmo), solo mi hermano Bernardo se quedaba en la casa de vez en cuando, las veces que salía de permiso de la cárcel. Ni mi padre, que vive en otro pueblo, ni el resto de mis hermanos hemos ido a El Campillo desde hace años, así que es tontería seguir pagando la contribución y otros impuestos de una casa que no disfrutamos", afirma el hermano del asesino.

En su búsqueda de un comprador interesado en la casa, la familia Montoya hará una oferta al ayuntamiento de El Campillo: "Si el Ayuntamiento quisiera comprarnos la casa, podrían construir algo bueno allí para el pueblo. Estamos dispuestos a negociar con ellos el precio", ha dicho la familia.

La familia Montoya también era la dueña de la casa de la calle Córdoba número 13, la que ocupó Laura Luelmo cuando se instaló en El Campillo para dar clases en un instituto de Nerva. En este caso, los Montoya la habían vendido "hace tres años" a otra profesora, que fue la que le cedió la casa a Luelmo cuando llegó a la provincia de Huelva.

Laura Luelmo sufrió "más de 40 lesiones": los forenses localizan restos biológicos de Montoya en su cuerpo

Un informe de Toxicología confirma la aparición de restos biológicos de Bernardo Montoya en el cuerpo y algunas prendas deLaura Luelmo. Además, en un anexo al informe preliminar, se recoge que la joven asesinada sufrió "más de 40 lesiones", la mayoría en la cabeza.

Imagen de Laura Luelmo