Son niñas y niños que huyen de situaciones desesperadas, que buscan un futuro porque en su país de origen no lo tienen. Solo necesitan una oporunidad y la aprovecharán, excatamente igual que otro niño o niña. Hay una obligación moral pero que debe ser mucho más de acogerlos y acogerlos bien, porque así detrás de todas esas disputas hay personas que buscan labrarse un futuro mejor.

Con su carácter tranquilo, nadie intuiría el auténtico calvario que Ibra tuvo que pasar para llegar a España. Solo, con apenas 14 años, viajó en autobús por tres países. Cruzó un desierto a pie durante dos semanas. Y en ese viaje fue secuestrado por un grupo rebelde. "Por suerte no me torturaron, no me hicieron nada. Al jefe le dí pena, me dio una mochila, un par de galletas, una botella de agua y me dijo, suerte", ha expresado para laSexta Ibrahima Barry, migrante de Guinea residente en España.

Cuatro años tardó en reunir el dinero para cruzar el estrecho en patera. Después de tres días de trayecto fue rescatado por la Cruz Roja. Así llegó al centro de menores de Hortaleza, en Madrid. Un grupo de vecinos le ayudó. Una vez que llegó a España estudió un grado medio de finanzas y administración y hoy trabaja como comercial. Con 21 años, sueña con seguir estudiando y traer de Guinea a su hermana de 14.

En esa misma asociación coincidió con Sheriff, de Gambia. Estuvo en Marruecos durante nueve mes intentado cruzar y lo consiguió con 17 años. Eso sí, en un acto heroico: en una patera sin motor y remando durante 11 horas hasta Algeciras.

Sheriff Hydara Jallow, migrante de Gambia residente en Madrid, estudió peluquería y empezó a trabajar como electricista. Entonces conoció a Virginia, trabajadora social, con la que se casó y tuvo un hijo. Su historia es la de muchos niños que sueñan con labrarse un futuro en Europa.