Con sólo 18 años, Adolfo Rodríguez fue víctima de uno de los torturadores más salvajes de la Brigada Político Social en los años 70, Billy el Niño. "Me empezó a pegar desde un primer momento, me ataron una cadena al cuello y hacían que me estrangulaban o me pegaban patadas entre las piernas", relata.
Luis Miguel Urbán también pasó por sus manos en el año 74, cuando tenía 21 años. Nunca hasta hace unos días lo había contado, ni siquiera a su familia, y es que se le pone "la piel de gallina" con solo escuchar hablar del tema.
Hablan de Antonio González Pacheco, apodado entonces como Billy el Niño, un hombre mayor con apariencia enjuta tras el que se esconde un sádico, según sus víctimas. Un torturador con un amplio catálogo de tormentos a los que sometió a centenares de españoles.
Sus víctimas cuentan que "lo más importante era la vejación" o que "te esposaban por detrás en las corvas y te obligaban a andar". 40 años después de aquello, ambos se han decidido a denunciar a Billy el Niño en un juzgado de Madrid porque quieren que pague.
Se unen así a otras 10 personas que ya han presentado o están a punto de presentar sendas querellas por torturas, un crimen que según ellos no debería prescribir nunca.
Precisamente la prescripción de los posibles delitos fue el argumento de la Audiencia Nacional para denegar en 2014 su entrega a la jueza argentina que investiga crímenes del franquismo.
Las razones
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