En el año 1966 la catedral de León sufrió un incendió muy similar al que se ha provocado en la joya gótica de París, Notre-Dame.
Todo ocurrió un trágico 29 de mayo. El calor era sofocante y una gran tormenta cayó sobre toda la ciudad, descargando uno de sus rayos junto a la catedral. Esto fue lo que originó el incendio en el templo más emblemático de León.
La potencia de este rayo fue tal que el techo de la catedral comenzó a arder y, según cuenta 'El diario de León', las llamas tardaron en hacerse visible unas dos horas.
Fue entonces cuando uno de los canteros y restauradores de la catedral, Andrés Seoane, impidió que la catedral se derrumbara y quedara reducida a cenizas, como pueden verse en las imágenes, realizadas por César Andrés, el único fotógrafo que capturó el momento.
Javier Rivera Blanco, subdirector del Instituto de Patrimonio Cultural de España, cuenta en este vídeo de Al Rojo Vivo que este "cantero impidió que echaran agua sobre el armazón que estaba ardiendo, evitando que se hundieran las bóvedas y dañaran el interior. La madera se acabó consumiendo y el fuego se apagó".
Y es que Rivera Blanco explica que "al echar agua se multiplica el peso de las bóvedas,no se sostienen las paredes y acaban hundiéndose quemando todos los objetos que están en su interior".