Tras el bombardeo israelí contra un edificio del centro de Beirut, en la zona de Al Bashura, la Agencia Nacional de Noticias libanesa (ANN) ha detallado que en el ataque fueron utilizadas "bombas de fósforo blanco", un agente químico cuyo uso está prohibido en zonas civiles por el derecho internacional.
El fósforo blanco es un agente incendiario que al entrar en contacto con el oxígeno genera una reacción química que alcanza temperaturas de hasta 815 grados Celsius. Esta sustancia se utiliza principalmente en contextos militares para crear pantallas de humo, marcar objetivos o incluso como un arma directa para causar destrucción en áreas urbanas.
Cuando es usado en bombardeos, el fósforo blanco tiene la capacidad de incendiar todo lo que toca, desde edificios hasta personas, causando graves quemaduras que atraviesan la piel y alcanzan los huesos. Estas heridas, en muchos casos, son mortales debido a que el fósforo se absorbe en el cuerpo, afectando órganos vitales como el corazón y el hígado.
El uso de esta sustancia está prohibido en áreas habitadas por civiles desde la Convención de Ginebra de 1997, debido a su carácter indiscriminado y el sufrimiento que genera en la población civil. Sin embargo, a lo largo de la historia moderna, el fósforo blanco ha sido utilizado en diferentes conflictos.
Las primeras granadas de este tipo fueron introducidas por los británicos en 1916 durante la Primera Guerra Mundial. A partir de entonces, su empleo se extendió, siendo utilizadas tanto por las fuerzas soviéticas durante la Segunda Guerra Mundial como por las tropas estadounidenses en Vietnam y más tarde en Irak. En 2004, las fuerzas estadounidenses admitieron haber usado fósforo blanco en la batalla de Faluya, en Irak, y nuevamente en operaciones contra el Estado Islámico en 2017 en Siria e Irak.