Melodie Nakachian fue secuestrada en 1987 cuando acudía al colegio en coche junto a su hermano mayor en Marbella. Varios encapuchados detuvieron el coche y se llevaron a la fuerza a la pequeña de cinco años. La familia Nakachian no tenía tanto dinero como parecía y no podía pagar los 13 millones que los secuestradores exigían por el rescate. Mientras el padre intentaba conseguir los millones, la Policía obtuvo una pista de la forma más inesperada: gracias a Paloma, una trabajadora de un banco.

Y es que la mujer se encontró la cartera de uno de los secuestradores en la calle, y aunque en la misma no había documentación, gracias a ella la Policía consiguió dos pistas: confirmar la trama francesa y empezar a buscar a una persona que hacía deporte en la zona de Benalmádena. Con esta investigación, los agentes dieron con el piso en el que vivían los secuestradores. Sin embargo, no había ni rastro de Melodie. La Policía comenzó a seguir a los sospechosos hasta que descubrieron la existencia de un segundo piso.

Allí, tras realizar una excepcional operación de rescate, encontraron a Melodie, quien estaba custodiada por un mercenario fuertemente armado. Después de que uno de los GEO le disparara, los agentes consiguieron rescatar a Melodie sana y salva. El disparo pasó cerca del corazón del secuestrador, pero no le hirió de gravedad, lo que propició que a los dos días ya estuviera declarando ante los agentes.

Este mercenario, Constant Georgoux, había sido el guardián de la niña y se trataba del más peligroso del grupo. Y es que era una persona a la que había fichado el grupo organizado y a la que se supone que le pagaban 100.000 francos diarios por mantener cautiva a Melodie las 24 horas del día. Sin embargo, aunque había una parte de la banda que estaba detenida, dos de los secuestradores habían conseguido huir.