A Sergio Murillo le esperaban años muy duros tras haber logrado sobrevivir a la tragedia de Biescas de 1996 en la que perdió a sus padres y hermanos. Reconoce que la rabia "es un buen combustible para la energía", algo de lo que en aquellos momentos "estaba bien sobrado". "Tenía rabia contra las personas que permitieron la construcción del camping, a todos los niveles... desde el propietario, los funcionarios, las administraciones...", asegura.

"Tal era mi rabia que nunca he querido saber sus nombres, porque no quiero que eso me contamine", afirma Murillo, quien reconoce que desea "seguir con una vida tranquila". "Entiendo que no saber sus nombres de memoria me va a ayudar a pasar página", expresa en el programa, donde también ha participado su abogada, Elena Melero. La letrada recuerda a su cliente, al que conoció cuando tenía 16 años, -justo después de la tragedia-, como un chico "tímido y callado". Precisamente la mujer le pidió que sacara "fuerza y rabia" para afrontar el largo proceso judicial que tenían por delante.