El cuerpo de Miguel Grima, alcalde de Fago, apareció en una cuneta con varios disparos. Las investigaciones se centraron en el entorno del edil y la treintena de vecinos de la aldea pasaron a ser sospechosos de asesinato.
Todos evitaban pronunciarse sobre lo sucedido, solo Santiago Mainar se mostró muy locuaz ante las cámaras e incluso admitió abiertamente sus discrepancias con el alcalde, al que había demandado en varias ocasiones.
Además de Mainar, otros tres vecinos habían denunciado al alcalde por decisiones que consideraban injustas. Tres semanas después del asesinato las pruebas de ADN incriminaron a Mainar. Tras 11 horas de interrogatorio, Mainar confesó ser el autor del crimen. "Pues nada, disparé y ya está", se le escucha decir en la grabación del interrogatorio.
Después en el juicio se desdijo pero su primera declaración en la que aportó multitud de pormenores sobre el crimen le inculpó definitivamente. Además ante la sala Mainar cometió un desliz: al ser preguntado sobre por qué sabía que la puerta del conductor estaba bloqueada por el seto respondió "cuando yo salí" y entonces, visiblemente nervioso, intentó pensar una respuesta coherente.
Durante la investigación los más cercanos al alcalde aseguraron que este se sentía amenazado. En su alegato final Mainar volvió a defender su inocencia: "Yo no he matado a nadie pero sinceramente os lo digo de corazón prefiero que me acusen de dar muerte a un tirano que de ampararle políticamente".
Santiago Mainar fue finalmente condenado a 20 años y nueve meses de cárcel. El arma con la que se cometió el crimen nunca apareció.
Contradicción y la falta de pruebas
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