Andrea Ropero ha tenido la oportunidad de conversar con Paulo Milanesio, coordinador de emergencias de Médicos Sin Fronteras (MSF) en la Franja de Gaza, quien ofrece un desgarrador relato sobre las condiciones actuales en Rafah, el sur de Gaza.

Milanesio detalla que la situación en Rafah es particularmente grave, describiendo la ciudad como el último refugio al que habían llegado las personas en busca de seguridad. Sin embargo, los ataques indiscriminados han provocado una “movilización masiva de gente” hacia otras áreas en busca de un lugar menos peligroso.

Esta situación ha llevado a una crisis aún mayor en Al Mawasi, una zona costera donde la población se ve obligada a vivir en condiciones extremadamente precarias, sin acceso a agua potable, saneamiento ni electricidad.

"Caminar por Rafah es como experimentar una visión apocalíptica", señala Milanesio. “Uno va de la oficina a la casa, de la casa al hospital, y todo lo que te rodea es desesperación: necesidades, familias destruidas, gente amontonada, pidiendo ayuda". Su descripción del entorno es un testimonio de la profundidad de la crisis humanitaria que afecta a millones de civiles.

A pesar de una orden de la Corte Internacional de Justicia que instaba a Israel a detener la invasión en Rafah, los ataques continúan, y la población civil sigue pagando el precio más alto. Milanesio enfatiza la necesidad urgente de un alto el fuego duradero, destacando que “la masacre debe parar” para que la gente de Gaza deje de morir a causa del conflicto.

El coordinador de MSF también enfrenta desafíos personales en medio de esta crisis. “Intentamos hacer lo que podemos, pero la situación es extremadamente difícil. Tú sabes cuándo entras a Gaza, pero no cuándo vas a salir, porque las fronteras están bloqueadas y el flujo de cooperantes es muy limitado”, explica. “Yo sabía que vine por seis semanas, pero no tengo idea de cuánto tiempo estaré aquí”.

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