En el clásico del fútbol de Países Bajos entre el Ajax y el Feyenord los ultras del equipo local, con el 0-3 en el marcador, comenzaron a destrozarlo todo. Y el partido acabó suspendido.
Rompieron las puertas de su propio estadio y provocaron el pánico en el interior. Hechos que obligaron a la policía a cargar y a utilizar gases lacrimógenos contra los hooligans.
El partido fue suspendido antes por lanzar bengalas a la portería en la que se encontraba el guardameta del Feyenord. Después, el caos en los alrededores.
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El Ajax emitió un comunicado tras la vergonzosa jornada: "Pedimos disculpas a cualquiera que se haya sentido inseguro. Este no es el comportamiento propio del Ajax".