El 8 de febrero de 1975
50 años del cierre de la Universidad de Valladolid: la historia de cómo 8.000 alumnos provocaron una revolución sin precedentes en el franquismo
El 8 de febrero de 1975 8.000 universitarios se quedaron sin clases tras el cierre de la universidad de Valladolid. Había surgido un movimiento estudiantil tan potente que marcaría las revueltas en los últimos meses de la dictadura.
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Hace medio siglo, el régimen franquista tomaba una medida sin precedentes en su política de represión. El 8 de febrero de 1975 8.000 universitarios se quedaron sin clases tras el cierre de la universidad de Valladolid. Había surgido un movimiento estudiantil tan potente que marcaría las revueltas en los últimos meses de la dictadura.
Valladolid ya se había convertido desde el otoño anterior en un polvorín de protestas sociales y laborales contra el régimen, incluso la CIA seguía de cerca estas revueltas preocupada por las revueltas estudiantes y obreras de la época. En la Universidad, en concreto, los estudiantes reclamaban más democracia en los altos cargos de la universidad con huelgas, encierros y detenciones en los que había tenido que intervenir la Policía.
Y en este contexto, la Junta de Gobierno ya amenazó hace 50 años a los estudiantes de que se planteaba incluso cancelar el curso si no se reestablecía la normalidad. Y cumplió su amenaza. ¿Cuál fue la gota que colmó el vaso? A cargo de la universidad estaba entonces el brazo ejecutor de las políticas del Gobierno, Juan Ramón del Sol, que un día acude a dar su clase a la facultad de Medicina y se encuentró la clase vacía. Se quedó solo hasta que se cumple la hora y cuando sale fue recibido con una lluvia de huevos podridos en lo que se conoció como 'La Huevada'.
Las protestas se endurecieron y la respuesta de la Policía Armada, 'los grises' como se llamaban en la época, también. Trataron de disolver lo que se llamó la 'Universidad Paralela', estudiantes y profesores progresistas aliados en más de 200 grupos de estudio para continuar con las clases en casas , librerías, parroquias y asambleas.
Había un consenso social en que la respuesta era desproporcionada, así que contaron con el respaldo mayoritario de trabajadores y colectivos sociales. Hasta sus padres, de clases medias altas, reclamaron la apertura a la universidad. Las protestas se extendieron a ciudades como Barcelona, Madrid o Bilbao lo que sirvió para agitar el tablero en los últimos meses del régimen.