En una muestra de protesta contra el cambio climático, un grupo de activistas ha irrumpido en las pistas del aeropuerto de Frankfurt, generando caos y retrasos en los vuelos que se extienden por toda Europa. La acción, que ha afectado a vuelos desde y hacia Alemania, Reino Unido y Noruega, ha puesto de manifiesto una nueva estrategia de los ecologistas para llamar la atención sobre la crisis ambiental.

Los manifestantes lograron cruzar y ocupar las pistas del aeropuerto, y para evitar ser desalojados rápidamente, se pegaron al suelo con pegamento. Este tipo de acción directa y disruptiva marca una diferencia significativa respecto a las formas tradicionales de protesta ambiental. Anteriormente, los ecologistas se concentraban en desplegar pancartas y realizar manifestaciones en lugares específicos para denunciar la contaminación y exigir acciones concretas a líderes políticos y empresariales.

El cambio en las tácticas de protesta refleja la creciente desesperación y urgencia que sienten muchos activistas ante la falta de soluciones eficaces a la crisis climática. Hoy en día, los manifestantes buscan incidir directamente en las rutinas diarias de los ciudadanos y asegurarse de que sus acciones tengan una repercusión mediática significativa. Esto incluye cortar carreteras y, como se ha visto recientemente, lanzar alimentos como sopa o puré contra obras de arte, y adherirse con pegamento a superficies como carreteras y pistas de aeropuertos.

Estas nuevas formas de protesta han provocado un intenso debate sobre sus consecuencias. Mientras que los activistas las consideran necesarias para luchar contra el cambio climático, otros las ven como desorden público o incluso atentados contra el patrimonio. En países como el Reino Unido, varios de estos grupos ya han enfrentado condenas judiciales por sus acciones.