¿Están a salvo?

El acoso a Raducanu revive el doloroso recuerdo del ataque a Mónica Seles, víctima de un apuñalamiento que destrozó su carrera

¿Qué sucedió? El ataque a Mónica Seles, perpetrado por un fanático celoso, no solo truncó su carrera, sino que también reveló las vulnerabilidades en la seguridad de los torneos de tenis, dejando a la joven con cicatrices físicas y psicológicas.

El acoso a Raducanu revive el doloroso recuerdo del ataque a Mónica Seles, víctima de un apuñalamiento que destrozó su carrera

En 2022, Emma Raducanu, promesa del tenis femenino, fue víctima de acoso cuando un hombre logró colarse en su casa. El caso recuerda a una tragedia aún más impactante de hace más de 30 años, cuando Mónica Seles, entonces número uno del mundo, fue apuñalada por un fan en pleno partido.

Seles, con solo 19 años, había alcanzado hitos históricos, siendo la jugadora más joven en ganar un Grand Slam. Su futuro prometedor se desmoronó cuando un hombre, durante un partido en abril de 1993 en el Abierto de Hamburgo, se acercó a ella y le clavó un cuchillo de 23 centímetros en la espalda mientras se encontraba sentada en su banquillo. Frente a 6.000 espectadores, la joven tenista se desplomó, víctima de un intento de asesinato que dejaría cicatrices permanentes en su vida, no solo físicas, sino legales.

El atacante, Günter Parche, un fanático alemán de Steffi Graf, justificó su acción alegando que no podía soportar ver a Seles destronando a su ídolo del puesto número uno. Tras ser arrestado, Parche pasó solo seis meses en prisión, quedando en libertad condicional, mientras Seles luchaba por recuperarse.

La recuperación fue larga: dos años fuera de las canchas, y un retorno en 1995 que, aunque le permitió ganar algunos títulos, no logró restituir el daño sufrido. La batalla legal que libró contra la Federación Alemana de Tenis, buscando compensación por las secuelas físicas y psicológicas del ataque, terminó en fracaso. Seles perdió el juicio y tuvo que asumir los costos del proceso, una cifra que hoy superaría el medio millón de euros.

A pesar de la tragedia, la seguridad en los torneos mejoró, implementándose medidas como un cordón de seguridad tras los banquillos de las jugadoras. Sin embargo, el precio pagado por Seles, la víctima, resalta una grave ironía en el mundo del deporte.

El caso de Raducanu, aunque menos grave, reabre la conversación sobre la seguridad en el tenis y el riesgo constante que enfrentan las jugadoras ante el acecho de personas ajenas al entorno profesional.