Clara Ponsatí ya está de vuelta en Bruselas. Con la exconsellera de Puigdemont se puede entender cómo ha sido el procés y lo que ha quedado de él. Se pueden hablar de cuatro fases: excitación, huida, confesión e irrelevancia.
La excitación ocupó desde el 1 de octubre a la declaración unilateral de independencia de siete segundos. Ponsatí era la consellera de Educación. Ella fue quien dio la orden aquel día de mantener las escuelas y los institutos abiertos para convertirlos en colegios electorales ilegales.
La declaración quedó en nada y llegó la segunda fase: la huida. Ponsatí y Puigdemont se escaparon a Bruselas. Eran los tiempos del falso heroísmo. Cuando Ponsatí defendía que merecía la pena morir por el procés. Ella estaba en Bruselas, claro. No en la cárcel.
Fase tres: la confesión. Ponsatí reconoció que no estaban preparados para ninguna independencia. Y poco después fue aún más allá: reconoció que todo fue un enorme farol.
Y fase cuatro: la irrelevancia. La reacción de una parte del independentismo a la sentencia del Supremo y a la detención de Ponsatí tras la rebaja del delito de malversación del Gobierno de coalición no tienen nada que ver. Las consecuencias ahora son mucho menores y el nivel de ruido en la calle tiende a cero.
Hasta 600.000 euros en efectivo
Así eran las supuestas entregas en efectivo de Aldama a Ábalos y Koldo: sobres en el ministerio y viajes a República Dominicana
Víctor de Aldama detalla cómo entregó hasta 600.000 euros en efectivo, con pagos en sobres dentro del Ministerio de Transportes y mediante intermediarios, incluyendo viajes a República Dominicana para recoger el dinero.