La reunión entre Pedro Sánchez y Joe Biden en la Casa Blanca no ha sido fácil de conseguir. ¿Cómo se ha logrado? Insinuándose insistentemente. España no es un país que dé problemas en el mundo y tampoco es un país que dé grandes soluciones al mundo. En la Casa Blanca, por tanto, no tienen mucha necesidad de recibir al presidente. Así que a la diplomacia le toca insinuarse para recibir una invitación. Una invitación que siempre llega, porque España es un país cuyos presidentes siempre son recibidos en la Casa Blanca. Y a cuyos reyes se les invita a visitar Estados Unidos al más alto nivel.

Esta visita de Sánchez coincide con la campaña electoral. Hay dos opciones de que se haya escogido esta fecha: casualidad de las agendas o talento del equipo del presidente. Y puede que sea la mezcla de ambas. Cuando se decide la visita, se comienzan a estudiar las fechas. Se ven las agendas de los presidentes y se busca una fecha que convenga a los dos. En este caso, seguramente una de las que estaban libres era esta y en Moncloa la aceptaron. Pero el presidente Biden no ha movido su agenda para ayudar a Sánchez en las elecciones.

Después de acordar la fecha de su encuentro, por un lado, unos equipos comienzan a trabajar en los temas a tratar en la reunión, en lo que se va a decidir o acordar. Y por otro lado, otro equipo comienza a trabajar en el protocolo de la reunión. En los detalles de la visita más protocolarios.

Unos detalles muy reglados. Toda visita oficial de un presidente del Gobierno incluye la posibilidad de alojarse en una casa dependiente de la Casa Blanca, una ceremonia de llegada y salida con las banderas, una salva de 19 cañonazos, una cena oficial e intercambio de regalos. Esto puede variar. Porque hay reuniones oficiales que son más generales y otras que son más centradas en algún aspecto. Un detalle del que estar pendiente, la comparecencia: si el presidente sale solo no tiene el mismo rango que si sale con el presidente Biden.

También es costumbre intercambiar regalos en una visita. El presidente Rajoy, cuando fue a la Casa Blanca por primera vez, llevó varios libros y Obama le regaló unas chocolatinas. Cuando volvió con Trump, llevó un jamón. No sabemos que le regaló Trump a cambio en esa ocasión.

Otro elemento es la frecuencia de las visitas, donde entran varios factores. El primero, el tiempo que estés en el cargo. Si estás muchos años, te recibirán más. El segundo, tu perfil internacional, tu peso. El tercero, la simpatía que tengas con el presidente estadounidense. Y si conjugamos todo eso, vemos que el presidente que menos querían en EEUU fue el socialista Zapatero. Que al presidente González le respetaban por su ascendencia en Europa y Latinoamérica o que el presidente Aznar se llevaba bien con Bush.