Biden se va y Trump llega
Así se realiza la mudanza presidencial: en solo cinco horas, la Casa Blanca se vacía de los recuerdos de Biden y se llena con los de Trump
Un proceso a contrarreloj A la par de la investidura, un ejército de trabajadores transformaba los 5.000 metros cuadrados de la residencia presidencial, renovando desde los colchones y las almohadas hasta los productos de la nevera.
Mientras el mundo observaba con atención la toma de posesión de Donald Trump en el Capitolio, en la Casa Blanca sucedía algo mucho más mundano pero igualmente trascendental: la mudanza. Decenas de personas se apresuraban a retirar las pertenencias de la familia Biden para dar paso a las de los Trump, con solo cinco horas para cambiar por completo la decoración de la residencia presidencial.
A la par que Biden y Trump se dirigían al Capitolio, el reloj empezaba a contar. Dentro de la Casa Blanca, más de 90 trabajadores se desplegaban por los 5.000 metros cuadrados de la residencia presidencial, organizada en seis plantas y equipada con siete ascensores. Las cajas entraban y salían sin cesar, mientras en los pasillos ya se dejaba sentir la transición de poder. Las paredes del ala este, que en su momento mostraron los recuerdos de los Biden, comenzaban a vaciarse para ser sustituidas por las imágenes que la familia Trump había seleccionado.
El cambio no solo implicaba la reorganización de objetos personales, sino que también se traducía en un rediseño completo de la Casa Blanca. Desde el cambio de colchones y almohadas hasta el retoque de la pintura, todo debía estar a gusto de los nuevos inquilinos. La nevera, los armarios y hasta los detalles más pequeños, como los productos en la despensa, debían ajustarse a los gustos de la nueva administración.
La tradición de cambiar la decoración de la Casa Blanca ha sido siempre responsabilidad de las primeras damas, un proceso que, aunque históricamente establecido, refleja una visión sexista y anticuada. Esta costumbre tiene sus raíces en décadas pasadas, particularmente durante la administración de Jackie Kennedy, quien reformó la manera en que se gestionaban los objetos dejados por los presidentes salientes.
Antes de su intervención, se solía organizar un mercadillo para vender artículos no deseados. En cambio, Kennedy fundó el Comité de Bellas Artes, con el objetivo de preservar y recuperar piezas valiosas de la historia de la Casa Blanca. Actualmente, existe un comité de preservación que vela por mantener intactos ciertos elementos de valor museístico.
El cambio más simbólico y personal ocurre en el Despacho Oval, donde la decoración no solo es una cuestión de estética, sino de mensajes. Donald Trump, por ejemplo, instaló un botón para solicitar bebidas como Coca-Cola, té, café o Fresca, con todo decorado en dorado. Mientras tanto, Joe Biden mantuvo el tradicional escritorio y muebles, aunque con un estilo distinto al de Trump. Y como marca la tradición, en la mesa del despacho Oval, el presidente saliente deja una carta para su sucesor: Biden ha podido contestar así a lo que le escribió a él Trump en 2021.