El pasado 29 de octubre, justo antes de la llegada de la primera DANA, la reserva hídrica española se encontraba al 50% de su capacidad total. Los embalses almacenaban 28.035 hectómetros cúbicos de agua, con las cuencas de Júcar al 40,3%, Segura al 14,7%, las internas de Cataluña al 28,4% y la Mediterránea Andaluza al 21,6%. Actualmente, la reserva hídrica ha aumentado al 51,2% de su capacidad, acumulando 28.717 hectómetros cúbicos. Las cuencas también han visto un incremento: Júcar alcanza el 48,1%, Segura el 18,7%, las internas de Cataluña el 33,4% y la Mediterránea Andaluza el 27,4%.
A pesar de estos incrementos, especialmente destacables en la cuenca del Júcar, que subió 8 puntos, el panorama de la sequía en España sigue siendo crítico. Este aumento de agua embalsada representa un alivio momentáneo, pero no una solución duradera.
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Expertos en la gestión del agua explican que para que el terreno pueda absorber adecuadamente el agua y se mitigue la sequía, las lluvias deben ser menos intensas y más regulares. Las precipitaciones torrenciales, como las asociadas a las DANAs, provocan que las capas superficiales de la tierra se saturen rápidamente, generando escorrentías y dificultando la infiltración. Este fenómeno, además, aumenta el riesgo de inundaciones y desastres naturales, como los que recientemente se han vivido en diversas zonas de España.