Un ataque terrorista más

Cinco respuestas de Putin tras un ataque a Moscú, ningún atentado a la capital queda impune

En contexto Este martes, los servicios secretos ucranianos asesinaron a Igor Kirílov, jefe de las Tropas de Defensa Radiológica, Química y Biológica de Rusia. El asesinato se ha producido cunado, una bomba escondida en un patinete eléctrico explotó delante de él en Moscú.

Atentar en Moscú sale muy caro

Este martes, un alto cargo del ejército ruso fue asesinado con una bomba oculta en un patinete eléctrico. Igor Kirillov, general a cargo de las fuerzas nucleares rusas, se dirigía junto a su asistente hacia su coche oficial cuando la carga explotó. Ucrania ha reivindicado el ataque, justificándolo como un acto legítimo al considerar a Kirillov un "criminal de guerra" por su responsabilidad en el uso masivo de armas químicas prohibidas. Para Rusia, el ataque ha sido calificado como un "acto terrorista".

Este ataque es solo uno más en la serie de atentados sufridos por Moscú desde la llegada de Vladímir Putin al poder. La historia demuestra que cada vez que la capital rusa es atacada, la respuesta de Putin es contundente y devastadora. Atacar Moscú nunca queda impune.

En 2002, un atentado en la sala Crocus de Moscú dejó 130 muertos, reivindicado por el Daesh, aunque el Kremlin culpó a Ucrania. La respuesta rusa fue brutal: atacó las infraestructuras energéticas ucranianas con 90 misiles y 60 drones kamikaze, dejando a más de un millón de personas sin electricidad.

En 1999, una serie de explosiones en bloques residenciales mató a 300 personas, lo que llevó a Putin a iniciar la Guerra en Chechenia. El aparato de seguridad ruso aplastó las milicias de Chechenia y Daguestán, pero los ataques en Moscú continuaron.

En 2002, el teatro Dubrovka fue tomado por militares chechenos, quienes secuestraron a 850 personas. Durante la operación de rescate, 130 rehenes perdieron la vida. En respuesta, Rusia lanzó una operación a gran escala contra los separatistas en Chechenia, movilizando 80.000 soldados.

En 2010, un ataque en el Metro de Moscú perpetrado por rebeldes del Cáucaso Norte dejó 40 muertos, lo que continuó la espiral de violencia en la que la guerra chechena, iniciada en 1999 por Putin, seguía cobrándose vidas inocentes. Posteriormente, en 2011, un atentado suicida en el aeropuerto de Domodedovo dejó 37 muertos y 172 heridos. Rusia respondió con una operación especial en Daguestán contra la Brigada Nogai, acusada de llevar a cabo el atentado.