Musk tiene más poder que muchos países

¿Cómo se altera un resultado electoral a través de redes sociales? Así funciona el método ruso y el método X

El contexto Alice Weidel ha llamado a Hitler "comunista" en una entrevista con Elon Musk. La declaración de la líder de la AfD y el respaldo de Musk a la ultraderecha alemana reavivan el debate sobre la injerencia extranjera y la desinformación en redes sociales.

Elecciones con injerencias extranjeras

En una entrevista transmitida en X, Alice Weidel, líder de la formación ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD), calificó a Adolf Hitler de "comunista". Esta afirmación, realizada ante el magnate Elon Musk, quien moderaba la charla, ha tenido una gran repercusión mundial, ya que la vieron unas 200.000 personas.

Elon Musk, conocido por sus opiniones controvertidas, defendió a la ultraderecha y expresó que, en su opinión, sería lo mejor para Alemania. Este comentario se suma a sus posicionamientos previos que han despertado inquietudes sobre su influencia en cuestiones políticas internacionales, debido a su enorme poder mediático

La situación plantea un debate crucial: ¿es esto una manifestación legítima de libertad de expresión o podría considerarse una injerencia extranjera en el proceso electoral alemán? Si bien en el pasado las injerencias políticas solían implicar el envío de tropas o financiamiento ilegal, la era digital ha dado paso a nuevas formas de manipulación.

La diseminación de desinformación a través de las redes sociales se ha convertido en una herramienta poderosa. Hoy en día, las injerencias extranjeras se llevan a cabo con dos métodos predominantes: el "modelo ruso" y el "modelo X". El primero se basa en el pago a cuentas falsas o a influencers para difundir mentiras y medias verdades. El segundo, relacionado con la plataforma X, implica alterar el algoritmo de la red social para promover noticias favorables a ciertos partidos políticos, aumentando su visibilidad y reduciendo la de sus oponentes.

El concepto de injerencia extranjera en las elecciones no se limita a la alteración del resultado, sino que también involucra la voluntad de influir en la opinión pública. Sin embargo, demostrar que la injerencia ha alterado el resultado de unas elecciones sigue siendo una tarea compleja. Casos como los de Rumanía y Moldavia, donde se alegó intervención extranjera, muestran que el impacto de estas acciones puede ser incierto.

El desafío de probar la injerencia en redes sociales radica en la falta de transparencia. En el modelo ruso, se puede rastrear el dinero detrás de las cuentas anónimas o de figuras públicas que difunden desinformación. Sin embargo, en el modelo X, se necesitaría la cooperación de la red social para entender cómo se manipula el algoritmo y cómo se seleccionan las noticias que son promovidas. En ambos casos, las plataformas pueden excusarse bajo la bandera de la libertad de expresión o la libertad empresarial, lo que complica aún más la rendición de cuentas.