En un cambio decisivo de política, Estados Unidos y Alemania han anunciado este viernes que permitirán que Ucrania utilice armamento de fabricación estadounidense y alemana para atacar territorio ruso. Esta decisión, que representa un giro significativo respecto a su postura anterior, busca fortalecer la capacidad defensiva de Ucrania en medio de la continua invasión rusa.

Hasta ahora, Estados Unidos y Alemania habían rechazado esta medida, temiendo que una escalada pudiera arrastrar a Occidente a un conflicto directo con Moscú. Sin embargo, ahora se unen a Francia, Países Bajos, Reino Unido, Canadá, Estonia, Letonia, Lituania, Dinamarca, Polonia, Finlandia, Noruega, Suecia y República Checa, que ya permitían el uso de su arsenal en Rusia. En contraste, España e Italia han decidido no autorizar esta acción con sus armas.

El presidente estadounidense, Joe Biden, ha delineado dos restricciones claras: las armas estadounidenses solo podrán usarse para responder a ataques y se excluirán del acuerdo las armas de largo alcance.

La reacción del Kremlin no se ha hecho esperar. "Los países miembros de la OTAN se han embarcado en una nueva ronda de escalada. Lo hacen deliberadamente", ha declarado. "Sabemos que ya se están haciendo intentos de lanzar ataques en territorio ruso utilizando armas de fabricación estadounidense. Esto es suficiente para nosotros y demuestra más que elocuentemente el grado de participación de Estados Unidos en este conflicto".

La medida ha generado preocupación en muchos países occidentales, que temen que Rusia interprete esta acción como una provocación directa. Josep Borrell, Alto Representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, había advertido previamente: "Tienes que hacer un balance entre el riesgo de escalada o la necesidad de Ucrania de defenderse". Este delicado equilibrio ha frenado hasta ahora a muchos países de Occidente, que temen que Putin pueda considerar estas acciones como una participación directa en el conflicto.

La OTAN y Estados Unidos justifican esta decisión como una muestra de apoyo a Ucrania y su derecho a la legítima defensa. Según la OTAN, es necesario enviar un mensaje claro a Putin de que Occidente está con Ucrania. Por su parte, Estados Unidos argumenta que esta medida es una respuesta al asedio ruso de Járkov, mostrando que están dispuestos a responder a la agresividad rusa mientras llaman a la responsabilidad de Ucrania en el uso de estas armas.

Dentro de la OTAN, sin embargo, no hay una decisión unánime. Algunos aliados temen que Putin pueda identificar a estos países como participantes directos en la guerra, lo que podría llevar a una escalada aún mayor. Hasta ahora, Rusia ha respondido con amenazas más que con acciones directas, aunque ha llevado a cabo pequeños ataques indirectos en el pasado, como en el caso de Finlandia.

La decisión llega en un momento crítico para Ucrania, con Putin asediando el sur del país y Zelenski enfrentando desafíos militares y armamentísticos significativos. La presión sobre la OTAN para involucrarse más directamente en el conflicto es alta, y esta autorización para usar armas occidentales en Rusia podría ser vista como una forma de apoyar a Ucrania en un momento de necesidad.