En Europa, uno de cada tres jóvenes dice que permitiría que una inteligencia artificial (IA) votara por él. Eso sí, teniendo en cuenta a toda la población, adultos incluidos, dos de cada tres ya dicen que les preocupa que se puedan manipular con la IA unas elecciones. Es un estudio de la IE University que demuestra la confianza de los europeos en la inteligencia artificial. Además, el 75% está a favor de que se use IA para el reconocimiento facial en tareas de vigilancia. Y también se apoya a la IA para gestionar el tráfico, ayudar a buscar empleo o hacer la declaración de la renta.
La IA se puede aplicar hoy en día para cualquier actividad. Empezando por nuestro descanso. Porque durante toda la noche un reloj inteligente puede monitorizar cuanto dormimos y cómo lo hacemos. Sabe incluso si nos hemos despertado y, sobre todo, si hemos descansado. Y puede incluso si le dejamos dictar órdenes. El café que necesitamos ese día, regular la temperatura, nos recordará la medicina y si no seguimos las pautas habituales, incluso avisará a un sistema de emergencia. Porque ha aprendido nuestros patrones y lo sabe todo de nuestros hábitos.
Fuera de casa la IA también nos tiene vigilados. Porque el GPS no triangula nuestra posición sin más. Conoce muy bien dónde solemos ir y cómo nos movemos. Nos da la mejor ruta y la seguimos mientras recopila todos los datos de nuestros movimientos diarios. Por si fuese poco, nuestro teléfono reconoce nuestra cara para desbloquearse. La IA en el reconocimiento facial ya se aplica también en otros casos: en las calles, para la seguridad en aeropuertos o para vigilar el metro. No hay prácticamente intimidad, la IA sabe quiénes somos y dónde estamos.
La inteligencia artificial también está presente diariamente en nuestro trabajo. La IA ya ordena nuestro email e incluso los elimina sin ser conscientes. Nos muestra lo que considera que va a ser de nuestro agrado cuando queremos comprar algo online, unos gustos que conoce a base de cada clic. Además, cuando mandamos un audio de voz o le pedimos algo a Siri recoge nuestra voz y sabe cómo hablamos.
Miles de datos personales y de empresas. Datos confidenciales e incluso de nuestras tarjetas de crédito, que, en caso de amenazas de ciberataques, la IA identificaría en tiempo real. Datos de nuestra salud que también sirven para detectar más temprano enfermedades o la información delicada de cómo nos encontramos y que puede revelar nuestro reloj. O los algoritmos financieros, que recomiendan dónde invertir el dinero cuando saben cuánto tenemos y cómo lo gastamos.
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