El banco Credit Suisse es uno de los más grandes de Europa y el segundo más grande de Suiza. Este miércoles, ha sufrido unas pérdidas que han llegado a superar el 30%, haciendo temblar al sistema financiero. Aunque pueda parecer que se trata de una situación puntual, lo cierto es que la entidad podría estar más cerca de desaparecer que de salvarse.
Las probabilidades de impago a sus clientes y a sus inversores crecen con el paso de los días. En su último informe anual, el propio Credit Suisse reconoce haber detectado "una debilidad material en los controles sobre sus informes financieros". En 2021, tuvieron pérdidas por valor de 1.700 millones de euros, pero es que en 2022 esa cifra se disparó -en lo negativo- hasta los 7.400 millones.
El quilombo es tal que ni siquiera el mayor accionista del banco quiere meter más dinero en la entidad. Los saudíes son los accionistas mayoritarios y ven "muchas razones" para no invertir más.
A finales de 2022, realizaron dos ampliaciones de capital de 1.800 y 2.200 millones de euros... en tan solo 15 días. Dos ampliaciones en dos semanas, algo que puede indicar una alta desesperación. Ante la situación, inversores y clientes sacaron más de 120.000 millones en depósitos.
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Desde 2007, Credit Suisse ha perdido el 98% de su valor, pasando de valer 84 francos suizos a los menos de 2 actuales. La lenta agonía de la entidad viene de la última crisis financiera; desde entonces, su caída ha sido lenta, constante e inevitable.