Nueva Rumasa y sus pagarés comenzaron en 2009, después de la expropiación. Una década de mentiras, paraísos fiscales y una estrategia de comunicación maestra hicieron el trabajo. Presentándose como víctima tras la expropiación, José María Ruiz Mateos consiguió que gran parte de la sociedad confiara de nuevo en él.
En una década, Ruiz Mateos creó un entramado de más de 100 empresas, la mayoría en paraísos fiscales. Empresas aparentemente independientes, generando confianza con éxitos aparentes en sectores como alimentación, bodegas, hoteles e incluso con el club de fútbol Rayo Vallecano. Sin embargo, detrás de la fachada de prosperidad, se ocultaban deudas enormes.
Con los bancos cerrando el grifo, los Ruiz Mateos recurrieron a la venta de pagarés a particulares, incluso a los trabajadores. Cinco emisiones de pagarés sin intervención financiera, fuera de la supervisión de la CNMV. Engañaron a más de 5.000 inversores, prometiendo el uso de los fondos para adquirir más empresas mientras, en realidad, se acumulaban deudas insostenibles.
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En 2011, anuncian el concurso de acreedores para las 10 empresas más grandes del grupo, pero tranquilizan a los pequeños inversores. Sin embargo, no cumplen su palabra y, solo meses después, se inicia la investigación de lo que se llama la triple estafa. La fiscalía sostiene que los Ruiz Mateos obtuvieron cientos de millones irregularmente para evadir a los acreedores.