Turbulencias económicas
El dinero ya huye ante los aranceles: bancos, fondos y magnates alertan de una tormenta global
La otra cara En menos de una semana, los mercados han perdido fortunas. JP Morgan, BlackRock, Buffett y Musk coinciden: la recesión se acerca y los aranceles de Trump podrían ser la chispa de algo mucho peor.

Por ahora son "turbulencias", pero lo peor puede estar por venir. Las bolsas del mundo caen con fuerza, contagiadas por un miedo que va en aumento. Los aranceles recíprocos entre Estados Unidos y varios de sus principales socios comerciales aún no han entrado en vigor —lo harán este miércoles—, pero el pánico ya se ha instalado en los mercados. En menos de una semana se han esfumado miles de millones de dólares en el valor bursátil y nadie descarta que esta solo sea la primera sacudida.
Las comparaciones ya circulan: esto se parece al avión de Donald Trump cuando le preguntan por las consecuencias de su guerra comercial. "Turbulencias", decía. Hoy esa palabra suena más literal que nunca.
Los gigantes financieros activan todas las alertas
El mensaje que llega desde los mayores actores financieros del planeta es claro y preocupante: los aranceles no solo no ayudarán a la economía estadounidense, sino que pueden empujarla hacia una recesión más pronto que tarde.
JP Morgan, el banco más grande de Estados Unidos, con más de cuatro billones de dólares en activos, ha elevado al 60% la probabilidad de recesión este mismo año. Su CEO, Jamie Dimon, ha sido contundente: "Sin duda, los precios van a subir". No es el único. Goldman Sachs ha hecho lo propio: su estimación de recesión ha pasado al 45%, y advierten de un entorno económico "deteriorado y extremadamente incierto".
Otros grandes bancos como Barclays, Citi, Bank of America o Wells Fargo han recortado sus previsiones de crecimiento económico. Y la Reserva Federal, lejos de contradecir este diagnóstico, ha añadido una nueva amenaza al tablero: la posibilidad de que a la inflación se sume un aumento sostenido del desempleo.
La otra cara del dinero: los fondos y la economía real
Los fondos de inversión, que gestionan cifras superiores al PIB de muchos países, tampoco ven razones para el optimismo. BlackRock, el mayor fondo del planeta con casi 12 billones de dólares bajo gestión, prevé una inflación creciente en el corto plazo y apunta a un problema estructural a largo: la falta de trabajadores. Si el plan es atraer fábricas a EEUU con aranceles, la pregunta es directa: ¿quién va a trabajar en ellas si no hay mano de obra disponible y la política migratoria es más restrictiva que nunca?
Berkshire Hathaway, el fondo dirigido por Warren Buffett, ha advertido que los aranceles están distorsionando el comercio internacional y provocarán, sin duda, un aumento en los precios.
En paralelo, las grandes voces del capital privado, la economía y la industria tecnológica también están hablando...y no con optimismo.
Empresarios y economistas de renombre, en pie de guerra
Elon Musk, CEO de Tesla y SpaceX, ha sido claro: él querría aranceles cero. Y no es una postura ideológica: Tesla acumula pérdidas y un entorno de guerra comercial solo puede empeorar su situación.
Nouriel Roubini, uno de los economistas más seguidos del mundo, habla ya de "descalabro" y sugiere que solo habrá algo de calma si "Trump se vuelve racional". Pero ni la racionalidad ni la calma parecen estar en el horizonte cercano.
Lawrence Summers, exsecretario del Tesoro de EEUU, ha pedido cautela a los inversores y ha dicho que nos enfrentamos a "tiempos complejos". Más duro ha sido Bill Ackman, uno de los hombres más influyentes de Wall Street: ha acusado a Trump de embarcarse en un "invierno nuclear económico" y vaticina consecuencias duraderas para la economía global.
El miércoles es la clave
Los mercados ya están reaccionando. Pero el verdadero impacto aún está por llegar. Este miércoles entran en vigor los aranceles recíprocos, y con ellos, una nueva ola de tensiones podría golpear las bolsas, los precios y el ánimo inversor.
Ya no es solo una cuestión de ideología comercial. Es una cuestión de estabilidad global. Y el mundo mira a Washington… con miedo.