En una de sus últimas ruedas de prensa, Vladímir Putin, presidente de Rusia, ha querido mandar un mensaje de agradecimiento al presidente turco, Recep Tayyip Erdoğan, por su participación en el intercambio de prisioneros con Ucrania; esto es, por su labor diplomática para conseguir un canje de presos. Se trata de un detalle curioso, dado que hace solo unas semanas fue el gran enemigo de Putin, el presidente de Ucrania, quien usó palabras similares. Volodímir Zelenski también agradeció a Erdogan su papel en la liberación de los soldados detenidos.
Los dos líderes enfrentados en todo coinciden en algo: en su respeto al presidente turco. Son las dos caras de Recep Tayyip Erdoğan: lleva toda la guerra jugando a dos bandas y de momento parece que le va bien. Pero ¿cómo es capaz de mantener ese equilibrio? Nos lo cuenta en laSexta Clave el periodista José María Rivero, que arranca su análisis advirtiendo de que los intereses del líder turco no pasan, por ahora, por decantarse por un país. Los países, sus líderes, se mueven en las relaciones internacionales en función de los intereses, de los miedos o de la experiencia.
De momento nada de eso aconseja a Erdogan a ir del todo con uno y abandonar del todo a otro. A Rusia, por ejemplo, no la puede abandonar por la economía porque es clave en las finanzas turcas: suministra energía, turistas, alimentos y material y financiación para la construcción de la primera central nuclear de Turquía. Todo lo que viene bien a un país con una economía con una inflación del 80% y con un presidente que se enfrenta a unas elecciones en menos de un año.
El segundo hilo que comunica directamente a Erdogan con Putin es Siria. Es el país donde se refugian kurdos a los que Turquía considera terroristas, a los que quiere eliminar y en cuya zona quiere instalar a los cuatro millones de refugiados sirios que hay en turquía. Para lo que quiere hacer Turquía en Siria, para tener tranquila su frontera, necesita a Rusia. Pero de nuevo se observan las dos caras de Erdogan: no se anima en las sanciones a Rusia, pero envía drones a Ucrania para que los usen contra los rusos. De hecho, el gobierno turco acaba de entregar a Ucrania una corbeta, un buque de guerra que le contrataron hace unos años y que ha entregado antes de tiempo.
Porque Turquía cree en la integridad territorial de Ucrania: no quiere que pierda la zona del Donbás ni que pierda tampoco Crimea. Son buenos vecinos, han establecido unas buenas relaciones y sabe que no puede permitir que Rusia crezca más en la zona porque le puede perjudicar. De ahí que suministre armamento a Ucrania, con el conocimiento total de Rusia. Se ve ahí otra vez el juego del equilibrista. Porque Erdogan está con Ucrania pero no se fía de Occidente. Porque igual que no puede fiarse del todo de la Rusia de Putin y convertirse en un mero satélite del kremlin, tampoco puede fiarse de Occidente. La Turquía de Erdogan estuvo años pidiendo entrar en la Unión Europea, y no le han hecho ni caso.
El presidente vivió un golpe de Estado y no recibió el apoyo que esperaba. Además, ha estado con un embargo de venta de armas por sus socios. Eso le hace no fiarse de los occidentales. Y si se enfrenta directamente a Rusia y este país deja de enviarle turistas o gas, Turquía no entrará en ningún club que le respalde. Lo que está claro es que la estrategia de Erdogan le está viniendo de lujo a Turquía. Rusia ahora quiere convertir Turquía en un centro de distribución de gas, Europa relanza los gasoductos que vienen de allí, Estados Unidos le levanta el embargo de nuevas armas.
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A cambio de entrar en la OTAN Finlandia y Suecia le enviarán a los kurdos huidos. Además, se reúne con Zelenski y con Putin y parece un alto dignatario. Y eso ante su pueblo puede darle beneficios para las elecciones de junio. Pero ¿en qué se traduce este papel de cara a la guerra? ¿Puede ser Erdogan el hombre que acabe encontrando una solución al conflicto? Hay pruebas de ello. Turquía consiguió el acuerdo para liberar los cereales ucranianos y permitir su exportación y Turquía estuvo detrás de los acuerdos para el canje de presos. Es decir, ejerce de mediador.
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