Quedan pocas horas para que el rey Carlos III de Inglaterra sea coronado y las protestas públicas ya no solo son de activistas. Hace solo unas horas, en la ciudad de Liverpool, en el estadio de Anfield, un sector de la grada al unísono le ha pedido a Carlos III que se meta la coronación por donde le quepa. Un cántico que se había escuchado unos días antes, y quizá con más sentido, en Escocia, en la ciudad de Glasgow, durante un partido entre el Rangers y el Celtic.
La ceremonia de coronación de Carlos III costará unos 110 millones de euros, según los organizadores. Dinero que va a salir de los bolsillos de los británicos, que no están precisamente en su mejor momento. La economía de Reino Unido se enfrenta a un momento crítico. Es el país del G7 con peores perspectivas económicas. Han tenido problemas de desabastecimiento de algunos productos en los supermercados, superan el 10% de inflación y el FMI prevé que entrarán en recesión este año. El resultado son protestas en los últimos meses: profesores, conductores, funcionarios. Miles de ingleses han salido a la calle a exigir mejoras.
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