¿Valores en retroceso?

EEUU y Rusia asedian los valores europeos: ¿cuáles están en juego y por qué ambas potencias los cuestionan?

¿Una crisis de principios? Desde la libertad de expresión hasta la democracia, ambas potencias critican las políticas europeas, mientras sus verdaderos objetivos parecen ir más allá de los principios.

EEUU y Rusia asedian los valores europeos: ¿cuáles están en juego y por qué ambas potencias los cuestionan?

La presión de Estados Unidos y Rusia sobre los valores europeos se intensifica cada día. Desde Washington se insiste en que Europa está experimentando un retroceso en sus principios fundamentales, pero ¿qué significa esto realmente?

Los valores europeos se basan en la dignidad humana, la libertad en todas sus formas—de pensamiento, religión, circulación, residencia y expresión—, la democracia como sistema de derechos políticos, la igualdad ante la ley sin distinciones, el Estado de derecho para evitar gobiernos arbitrarios y los derechos humanos como ideal de respeto. Estos principios han sido la base de las democracias occidentales, incluidas la europea y la estadounidense. Sin embargo, el Gobierno de Estados Unidos sostiene que Europa está debilitándolos.

¿Por qué EEUU dice que estos valores están en retroceso?

Uno de los puntos clave de esta crítica es el tratamiento de los populismos de extrema derecha. En Europa, se han implementado mecanismos para contenerlos, evitando pactos o adoptando medidas que dificulten su crecimiento.

Desde la administración estadounidense, se argumenta que esto es contrario a la democracia, ya que supone ignorar a una parte del electorado. Para reforzar su argumento, señalan el caso de Rumanía, donde se repitieron elecciones debido al ascenso de partidos ultras y las sospechas de injerencia en redes sociales. Para EEUU, esta decisión no es una defensa de la democracia, sino una forma de silenciar ciertas posturas políticas.

Otro eje de la crítica estadounidense es la supuesta falta de libertad de expresión en Europa. Se denuncia que no todo el mundo es libre de opinar o actuar según sus creencias.

Como prueba, se menciona el caso de Adam Smith Connor, multado con 10.837 euros en Reino Unido por rezar frente a una clínica abortista, una acción prohibida por ley. Para el Gobierno de Estados Unidos, esto es un ataque a la libertad de expresión. También se ha difundido que en Escocia se planea prohibir rezar incluso dentro de casas cercanas a clínicas abortistas, aunque esto es falso.

El debate sobre la desinformación es otro punto de fricción. Mientras Europa defiende la necesidad de limitar la difusión de noticias falsas, Estados Unidos considera que denunciar y eliminar la desinformación equivale a censura. La administración estadounidense critica que las plataformas digitales sean obligadas a borrar contenido falso, argumentando que esto restringe la libertad de expresión.

Pero más allá de estos argumentos, la verdadera preocupación de ciertos sectores en Estados Unidos no parece ser el estado de los valores europeos, sino el impacto que las restricciones en Europa tienen sobre sus propios intereses políticos. Los sectores más radicales, incluidos quienes justificaron el asalto al Capitolio, insisten en que en Europa no hay democracia ni libertad de expresión porque sus discursos e ideas enfrentan límites. No es el retroceso de los valores lo que les preocupa, sino el hecho de que en Europa encuentran obstáculos para expandir su narrativa y consolidar su influencia.