Un movimiento reaccionario
Elon Musk y el pronatalismo: un eufemismo para ocultar racismo y teorías de conspiración
Los detalles Musk impulsa un modelo de familias numerosas y genética hereditaria, con el apoyo de Silicon Valley, promoviendo teorías como el 'Gran Reemplazo' mientras rechaza la diversidad y la adopción.

Elon Musk, el magnate tecnológico conocido por su visión futurista, ha expandido su legado de manera peculiar: con una familia numerosa que se ha convertido en un símbolo del movimiento pronatalista. Musk, que ya cuenta con 12 hijos, algunos fruto de trillizos y gemelos, otros nacidos mediante técnicas reproductivas que implican el alquiler de vientres, ha defendido públicamente su misión de "repoblar el planeta". En su retórica, subraya la importancia de tener hijos para "crear una nueva generación" que preserve lo que considera la identidad cultural de Occidente.
En un discurso, Musk afirmó que "Francia tiene una cultura que está desapareciendo, tenemos que mantener una identidad cultural razonable". Esta visión ha sido adoptada por otros magnates tecnológicos, como Jeff Bezos, quien ha aportado diez millones de dólares para fomentar este modelo de familias numerosas y "blancas". Su mensaje es claro: las poblaciones de Europa y América del Norte deben reproducirse masivamente, sin tener en cuenta la inmigración o la adopción, en un intento por frenar lo que algunos defienden como el 'Gran Reemplazo', una teoría de la conspiración que asegura que las poblaciones blancas están siendo desplazadas por otras etnias.
El movimiento pronatalista ha ganado fuerza entre la élite de Silicon Valley, que, con el apoyo financiero de los grandes de la tecnología, invierte más cada año en investigaciones sobre genética hereditaria. En lugar de combatir problemas demográficos, este grupo se ha embarcado en una misión para crear una población "genéticamente superior". Musk y otros lideran este esfuerzo, siguiendo un modelo de familia que ellos consideran perfecto, pero que algunos ven como un reflejo de ideales machistas y racistas.
Lo que parecía ser una cruzada para aumentar la natalidad se ha convertido en un oscuro movimiento de control social, donde la pureza racial y la genética juegan un papel central. Lejos de preocuparse por la adopción o por fomentar la diversidad cultural, estos magnates defienden un futuro donde la reproducción masiva y la selección genética son la clave para preservar su visión del mundo. En lugar de mirar por el bienestar colectivo, Musk y sus aliados parecen más interesados en construir un mundo en el que las familias de su clase, raza y creencias prevalezcan.
Un futuro oscuro se dibuja con el apoyo de los tecnócratas, que, con su optimismo tecnológico, están dispuestos a invertir grandes sumas de dinero para dar forma a una nueva generación que comparta sus mismos valores, sin importar los efectos colaterales de sus teorías y propuestas. En este camino, Musk no solo está redefiniendo el futuro de la tecnología, sino también el de la humanidad, pero a un precio cuestionable.