Pedro Sánchez ha anunciado este jueves un plan de 40 millones de euros para mejorar el sistema público de bicicletas en las ciudades españolas y subvencionar la compara de bicicletas eléctricas. Con tres de cada cuatro hogares en España ya propietarios de una bicicleta, el objetivo es claro: consolidar a la bicicleta como medio de transporte urbano y fomentar una movilidad más sostenible. Sin embargo, la gran pregunta sigue siendo: ¿están nuestras ciudades preparadas para este cambio?

El uso de la bicicleta ha aumentado en los últimos años, especialmente entre los jóvenes de 14 a 24 años que la utilizan tanto para desplazarse al trabajo como para estudiar. A pesar de ello, el principal freno para que más ciudadanos adopten la bicicleta como medio de transporte es la inseguridad vial, más que la falta de bicicletas.

La situación varía de una ciudad a otra. Mientras que ciudades como Vitoria, Valencia, Sevilla y Barcelona se destacan como las más preparadas para acoger el creciente uso de la bicicleta gracias a sus carriles bici bien conectados y funcionales, otras como Madrid, A Coruña, Málaga o Bilbao se encuentran a la cola en cuanto a infraestructuras adecuadas. El hecho de que una ciudad cuente con muchos kilómetros de carril bici no significa que sean efectivos. En Madrid, por ejemplo, los carriles bici están desconectados y a menudo se confunden con ciclo carriles, donde el ciclista debe compartir la vía con vehículos a motor.

Además, otros factores como la orografía, el clima y la falta de aparcamientos adecuados también influyen en el uso de la bicicleta. Las ciudades más planas, como Albacete o Castellón, cuentan con una mayor red de carriles bici adaptados a sus habitantes, lo que facilita el uso seguro y cómodo de este medio de transporte. Sin embargo, el reto sigue siendo garantizar que los ciclistas se sientan seguros al circular, ya que el 50% de ellos considera que los conductores no respetan su presencia en la carretera, y más del 20% ha experimentado acoso o agresión.

A pesar del impulso del Gobierno, España enfrenta desafíos importantes para convertirse en un país verdaderamente amigable con la bicicleta. El éxito del plan no dependerá solo de la cantidad de bicicletas o subvenciones, sino de una mejora integral de las infraestructuras urbanas y un cambio en la mentalidad de conductores y ciclistas. Las ciudades deberán adaptarse, no solo con más carriles bici, sino con espacios más seguros y conectados para que, al final, los ciclistas no tengan que 'jugarse la vida' cada vez que eligen moverse de forma sostenible.