Tanto Donald Trump como Kamala Harris han prometido la eliminación de impuestos sobre las propinas en Estados Unidos. En el país norteamericano, las propinas son obligatorias y, aunque su eliminación de impuestos podría ser vista como un alivio para los trabajadores, la medida ha suscitado críticas. La izquierda estadounidense argumenta que los empresarios podrían aprovechar la situación para pagar salarios fijos más bajos y exigir a los empleados que cubran su sueldo con una mayor parte de las propinas.

En contraste, en España las propinas no están reguladas de la misma manera. Aquí, las propinas no se consideran parte del salario ni se usan para alcanzar el salario mínimo, sino que se perciben como un extra voluntario del cliente. Según Hacienda, las propinas deben tributar como parte del IRPF, ya que se consideran ingresos derivados del trabajo. Sin embargo, si la propina se paga en efectivo, puede no ser declarada, mientras que si se realiza mediante tarjeta y se incluye en la nómina, se contabiliza para Hacienda.

En cuanto a las cotizaciones a la Seguridad Social, las propinas no se consideran para este fin, por lo que no aumentan las aportaciones ni la pensión futura de los trabajadores. En cuanto a su regulación en el ámbito laboral, una empresa puede prohibir las propinas si se establece así desde el inicio de su actividad. No obstante, si se permitió anteriormente y se contrató bajo la premisa de recibir propinas, prohibirlas posteriormente podría considerarse una modificación sustancial de las condiciones laborales. Además, las propinas deben repartirse entre todos los trabajadores involucrados en el servicio, y no pueden ser retenidas por los jefes o propietarios.