El autoconsumo está de moda. Los tejados de nuestras comunidades y nuestros campos empiezan a llenarse de placas fotovoltaicas. ¿Estamos de verdad ante una revolución?
El año pasado hubo un auténtico 'boom' de placas solares en los hogares e industrias españolas. Se instalaron unas 240.000 plantas de fotovoltaicas. La potencia instalada para autoconsumo se duplicó con respecto a 2021. Dos gigawatios más. En 2015 era prácticamente inexistente. Según los expertos ese ritmo de crecimiento exponencial no se va a mantener este año porque el 'boom' de 2022 fue para contrarrestar los precios altísimos de la electricidad. Ahora que esos precios se han normalizado no hay tanta urgencia para instalar placas fotovoltaicas.
Aun así, supone sólo un 2% de toda la demanda eléctrica, por lo que no es la única razón: la guerra en Ucrania también ha tenido mucho que ver. En Europa, por ejemplo, hemos tenido que aprender a ahorrar el máximo de energía posible. Esas medidas de ahorro energético ante la guerra parece que han venido para quedarse tanto en hogares como en industrias.
Sin embargo, hay causas que explican el bajón de la demanda que no son positivas. Ha caído la demanda de las industrias españolas un 10% en los últimos 12 meses. En parte porque nuestras industrias son más eficientes, pero también hay algunas que es porque lo han pasado muy mal, que han tenido que reducir su producción o incluso cerrar. Es el caso de las grandes consumidoras de electricidad, las conocidas como electrointensivas. Por ejemplo, la demanda de luz del sector metalúrgico ha caído más de un 20% en los últimos doce meses, un 13% la industria papelera, un 8% el de la alimentación...
También otra parte negativa: estamos fallando en la transición de combustibles fósiles a la electricidad, especialmente en el transporte, en el coche eléctrico. Según la patronal del automóvil en España solo hay instalados 20.000 puntos de recarga, cuando deberíamos tener ya 45.000 instalados. También ocurre en la climatización: hay que ir reemplazando las calderas de gasoil y gas por bombas de calor. Aquí España también va muy lenta.
La parte positiva es que las renovables cada vez tienen más peso en la generación de electricidad. En este año, el 50% ya viene de renovables. Sí que tenemos un problema de almacenamiento. Hay momentos en los que producimos más energía de renovables de la que demandamos. No es negativo porque la energía que sobra se puede almacenar o vender a otros países. El problema es que no tenemos suficiente capacidad para almacenar esa energía o llevarla a otros países. No la aprovechamos al 100%. Conseguir eso, sería muy costoso y no compensa. Por eso, hay veces en las que hay que parar los molinos de viento o apagar las placas fotovoltaicas.
¿Cuál es la expectativa de cara al futuro? La idea del Plan Nacional de Energía y Clima es que hubiera un aumento de la demanda de electricidad del 11%, y que al mismo tiempo cayera un 20% el consumo de energía procedente de combustibles fósiles. Pero ese consumo prácticamente se ha mantenido. Lo ideal, en un futuro, sería que el consumo eléctrico creciera: eso significaría que no estamos consumiendo energía contaminante.
Influye y paga
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