Un ataque sin precedentes ha sacudido a Líbano, dejando al menos 8 muertos y más de 2.800 heridos, entre ellos 200 en estado grave. Este ataque es considerado el mayor atentado coordinado contra la milicia chií Hizbulá. Según fuentes locales, miles de buscapersonas utilizados por los combatientes del grupo explotaron simultáneamente, colapsando los servicios médicos del país.

Hizbulá ha acusado directamente a Israel de estar detrás del ataque, basándose en la sofisticación del mismo y en una posible infiltración en la cadena de distribución de los dispositivos, que fueron manipulados con pequeñas cargas explosivas. Aunque Israel no ha emitido una declaración oficial, un tuit posteriormente eliminado de Topaz Luk, asesor cercano al primer ministro Benjamín Netanyahu, ha despertado sospechas.

En respuesta a un mensaje que afirmaba que no habría ataques en Líbano mientras Netanyahu estuviera en Nueva York, Luk escribió: "Esa información no ha envejecido bien". Tras este hecho, el gabinete de Netanyahu ha asegurado que Luk ya no forma parte del círculo cercano al presidente y han dado órdenes de que ningún miembro del gobierno hable sobre el asunto.

El gobierno libanés ha condenado el ataque y responsabilizado a Israel. Sin embargo, siguiendo su patrón habitual, Israel no ha confirmado ni negado su implicación, como ya ha ocurrido en episodios anteriores, como el ataque al hospital Bautista en Gaza y la embajada de Irán en Damasco.

¿Cómo se consigue que explote un busca?

Fuentes cercanas a la investigación señalan que Hizbulá utilizó los buscapersonas debido a la facilidad con la que se pueden intervenir las comunicaciones móviles. La hipótesis más sólida indica que estos dispositivos, adquiridos de segunda mano, fueron alterados para contener pequeñas cargas explosivas. Al recibir un mensaje, al presionar el botón para leerlo, los dispositivos explotaban, asegurando que las víctimas tuvieran él busca en la mano en el momento de la detonación.

Los testigos informan que todos los buscapersonas involucrados recibieron un mensaje a la misma hora, lo que refuerza la teoría de una coordinación detrás del ataque.

Esta técnica tiene precedentes. En 1996, Israel utilizó un método similar para asesinar a Yahya Ayyash, el principal fabricante de bombas de Hamás. En aquella ocasión, un teléfono móvil manipulado fue entregado a Ayyash, y al activarse a distancia, detonó la carga explosiva, matándolo instantáneamente.