Más que 'Mortadelo y Filemón'

Francisco Ibáñez, el genio detrás de la sátira cómica que desafió la censura franquista

El contexto Carabanchel (Madrid) honra a Francisco Ibáñez con un mural que revive su legado de crítica social y su vínculo con la cultura popular, en un barrio que encarna las raíces castizas de sus cómics.

Francisco Ibáñez, el genio detrás de la sátira cómica que desafió la censura franquista

En un mundo donde el arte urbano a menudo es perseguido, eliminado o considerado ilegal en algunas ciudades, otras han decidido abrazarlo, celebrarlo y premiarlo como una forma legítima de expresión cultural. Este contraste se ejemplifica de manera notable en Vilanova i le Geltrú, en Barcelona, donde un mural que rinde homenaje a las raíces del barrio ha sido reconocido como uno de los mejores del mundo.

Mientras tanto, en Madrid, en el barrio de Carabanchel, la inauguración de un nuevo mural este viernes ha traído consigo un fuerte componente de nostalgia y homenaje a uno de los artistas más influyentes de la historia del cómic español: Francisco Ibáñez. Esta elección de Carabanchel no es casualidad, ya que el barrio refleja la cultura castiza que Ibáñez retrataba en sus cómics, especialmente en sus emblemáticos personajes Mortadelo y Filemón.

Sin embargo, el legado de Ibáñez va mucho más allá de estos dos personajes, los cuales se han convertido en sinónimo de su carrera, representando solo una faceta de su vasta y multifacética obra.

Francisco Ibáñez, reconocido mundialmente por la creación de 'Mortadelo y Filemón', 'Pepe Gotera y Otilio' o '13, Rue del Percebe', es mucho más que un dibujante de cómics cómicos. A lo largo de su carrera, Ibáñez desarrolló una serie de personajes que reflejan una crítica mordaz a la sociedad española, sus costumbres y sus contradicciones. Aunque Mortadelo y Filemón son, sin duda, los más conocidos, el universo de Ibáñez incluye una serie de personajes que han quedado en el olvido, pero que tienen un lugar muy importante en su evolución como creador.

Uno de esos personajes menos conocidos, pero igualmente relevantes, son Chicha, Tato y Clodoveo, creados en la década de los 80, cuando Ibáñez se vio obligado a idear nuevos cómics después de un conflicto con la editorial. En esos años, los autores de cómics en España sufrían contratos leoninos que les robaban los derechos sobre sus obras, cediéndolos por completo a las editoriales a cambio de la publicación de sus trabajos.

Ibáñez, descontento con este sistema, abandonó a Mortadelo y Filemón y se embarcó en nuevos proyectos, buscando reivindicar su derecho como creador. Sin embargo, mientras él creaba nuevos personajes, como Chicha, Tato y Clodoveo, la editorial se quedó con los derechos de sus más famosos cómics, incluyendo Mortadelo y Filemón.

La historia de Chicha, Tato y Clodoveo es una de las muchas que revelan las difíciles condiciones de los cómics en los años 80, cuando los autores se veían sometidos a una explotación sin precedentes. Estos personajes, que representan a personas comunes sin empleo, surgieron de la necesidad de Ibáñez de seguir trabajando tras la pérdida de los derechos sobre sus figuras más célebres. En ellos se pueden ver los mismos rasgos que definen la obra de Ibáñez: personajes que encarnan estereotipos de la vida cotidiana española, tratados con humor, burla y una sátira implacable hacia la sociedad.

Otro ejemplo de esta visión crítica la encontramos en personajes como Pepe Gotera y Otilio, dos chapuzas que representan la cara más cómica de la clase trabajadora española, o en El botones Sacarino, un personaje que refleja el mundo burocrático y administrativo a través de un humor que, aunque a menudo absurdo, no deja de señalar la miseria y las contradicciones del sistema.

'13, Rue del Percebe', por su parte, retrata con acidez a la clase media-baja y sus vicios, en forma de una serie de personajes como la portera cotilla, el tendero tramposo o la señora que alquila habitaciones, todos ellos con una gran carga de crítica social y política.

La censura jugó un papel fundamental en la historia de la creación de Ibáñez. En sus primeros años de carrera, el dibujante tuvo que lidiar con la estricta censura franquista, que vigilaba de cerca cualquier intento de subversión. Un caso emblemático fue el de 'La familia Trapisonda', una historieta que mostraba un matrimonio con hijos, cuya relación era vista como una crítica a la autoridad paterna y, por lo tanto, fue censurada. Ibáñez, siempre astuto, reformó la familia: los padres se convirtieron en hermanos y los hijos en sobrinos, eludiendo así la censura y manteniendo el tono crítico y humorístico.

Sin embargo, no todos los personajes de Ibáñez pasaron a la posteridad de la misma manera. Muchos de ellos fueron relegados a un segundo plano a medida que Mortadelo y Filemón ganaban popularidad y se convirtieron en un fenómeno masivo. A pesar de esto, Ibáñez continuó trabajando en sus otros personajes, como Rompetechos, quien, debido a su miopía, se metía constantemente en líos. Este cómic se convirtió en una de las creaciones más queridas por el autor, aunque siempre quedó en la sombra de su trabajo más comercial.

Además de estos personajes, Ibáñez incorporó en sus cómics figuras públicas de la época, como Mariano Rajoy, Felipe González, y hasta personajes internacionales como Augusto Pinochet, o la cantante Lola Flores. Estos cameos servían no solo como una manera de mantener sus cómics conectados con la actualidad, sino también como un vehículo para hacer humor político y social, abordando temas candentes y utilizando a los personajes de la vida real como herramientas de crítica.