La cadena de supermercados Dia ha optado por deshacerse de 600 de sus tiendas en Brasil por tan solo 100 euros. Esta decisión radical se debe a las pérdidas millonarias que la empresa acumulaba en la región, lo que la llevó a abandonar también el mercado portugués el año pasado.

El trato, que implica que el comprador asuma la deuda, refleja una estrategia cada vez más común entre las empresas que buscan desprenderse de activos no rentables. Esta tendencia se ha extendido más allá de los supermercados, alcanzando sectores como los clubes de fútbol.

Uno de los ejemplos más destacados es el del empresario que adquirió el Chelsea Football Club por una libra esterlina en 1982, asumiendo una deuda de 1,5 millones de libras. Esta inversión, inicialmente vista como un riesgo, resultó ser un éxito monumental cuando el club volvió a la cima del fútbol inglés, generando ganancias significativas.

Es una tendencia que se da mucho en el mundo bancario. En 2011, el Banco Sabadell compró por un euro la Caja de Ahorros del Mediterráneo. Un año después, en 2012, por un euro, el Banco de Valencia pasó a ser La Caixa y en 2017, el Banco Santander compró el Banco Popular por un euro y así se convirtió en el mayor banco de España.

Sin embargo, estas oportunidades de compra por un euro no siempre resultan en un éxito instantáneo. La adquisición de empresas con deudas puede convertirse en una carga financiera para los nuevos propietarios, como lo experimentó la Generalitat Valenciana al asumir la deuda de la empresa Valmor, relacionada con la organización de eventos de Fórmula 1.

Este modelo de negocio también ha afectado a empresas como Renault, que pagó una libra por Lotus, que tenía pérdidas de 68 millones de euros y problemas legales por no pagar impuestos.

Aunque en algunos casos estas adquisiciones han llevado a la revitalización de las marcas, como es el caso de Inoxcrom, una de las mejores marcas de bolígrafos. Cuando el fundador falleció comenzaron las pérdidas y acabó siendo vendida por un euro, pero meses después esta compra fue declarada insolvente y finalmente se la quedaron los trabajadores con una cooperativa que relanzó la marca.