El 12 de julio de 1937, en medio de la Guerra Civil española, el 'Guernica' de Pablo Picasso hizo su debut mundial en la exposición Internacional de París. Esta histórica presentación no solo reveló la genialidad del artista, sino que también se convirtió en un poderoso símbolo de resistencia y protesta contra el fascismo.

El pabellón español en la exposición, estratégicamente ubicado entre los pabellones de Alemania y la Unión Soviética, fue cuidadosamente diseñado por el Gobierno de la República para destacar el arte como herramienta de comunicación política. Con el 'Guernica' como pieza central, el espacio se transformó en un altar de denuncia, mostrando al mundo los horrores del bombardeo de Guernica a través de la visión de Picasso, quien completó la obra en un asombroso lapso de solo 34 días.

Además del 'Guernica', el pabellón albergó otras obras emblemáticas, que capturaron la esencia de la lucha española. Esculturas como 'La Montserrat', de Julio González, o 'El pueblo español tiene un camino que conduce a una estrella', de Alberto Sánchez, completaron la poderosa narrativa visual. Miró pintó su famoso 'Pagès català en revolta' directamente en la fachada del edificio, mientras que 'La fuente de Mercurio', de Alexander Calder, simbolizó la resistencia contra la invasión franquista de las minas de Almadén.

El pabellón no solo exhibió arte de vanguardia, sino que también rindió homenaje a figuras como Federico García Lorca, cuya obra y legado fueron recordados en representaciones teatrales y proyecciones cinematográficas dirigidas por Luis Buñuel. Este espacio multifacético, que combinó arte popular, artesanía y cultura tradicional, fue diseñado para suscitar empatía y solidaridad con el pueblo español, subrayando su lucha por la libertad y la democracia.

Entre las obras más destacadas se encuentra una representación impactante: a un lado, una figura femenina silenciada y cubierta, símbolo del ideal franquista de sumisión femenina; y al otro, una miliciana con uniforme, pantalones y expresión desafiante, personificando la modernidad y la lucha por la libertad.

A pesar de la destrucción posterior del pabellón al finalizar la exposición, estas obras lograron trascender al conflicto bélico como símbolos universales de resistencia. Aunque el grito de auxilio representado por estas creaciones no pudo evitar la victoria del ejército franquista, su impacto perdura como testimonio de la lucha por la libertad y los ideales republicanos durante uno de los períodos más turbulentos de la historia española.