Harold Daggett, un nombre que resuena con fuerza en el escenario sindical estadounidense, se ha convertido en el rostro de la huelga de estibadores que paraliza 36 puertos en la costa este del país. Con 47.000 trabajadores demandando un aumento salarial del 77% y garantías de que sus empleos no se verán amenazados por la automatización, Daggett está en el centro de una crisis que no solo afecta a la economía, sino también al clima político a menos de un mes de las elecciones presidenciales.

A primera vista, Daggett puede parecer un defensor tradicional de los derechos laborales. Sin embargo, su vida personal es todo lo contrario con la lucha que representa. Con una mansión valorada en casi dos millones de dólares y un coche de la marca Bentley en su garaje, su lujoso estilo de vida levanta sospechas. Daggett cobra anualmente 900.000 dólares, una cifra significativamente superior a la de los otros líderes sindicales, que rondan los 300.000.

Su historia está marcada por la controversia. Hace más de dos décadas, el Departamento de Justicia de Estados Unidos lo acusó de tener vínculos con la familia criminal de los Genoveses, una de las cinco organizaciones mafiosas más influyentes del país. Aunque logró evadir cargos gracias a que uno de los hombres que le acusaban, apareció muerto en el maletero de un coche.

A pesar de todo, Daggett ha conseguido movilizar a miles de estibadores a 40 días de las elecciones. Aunque él mismo ha declarado que "el colectivo de los estibadores es mayoritariamente demócrata", Donald Trump ha visto una buena oportunidad para captar votos. Por ello, se reunió con Daggett hace unas semanas.