En una sesión que quedará grabada en la memoria del Congreso, el Pleno destinado a la discusión de la ley de amnistía fue notablemente ensombrecido por una serie de exabruptos e insultos que marcaron el debate, creando un ambiente de confrontación que hace tiempo no se veía en la Cámara Baja. Desde el inicio, los ánimos estuvieron crispados, con acusaciones mutuas y gritos que rompieron las formas habituales del hemiciclo.

La tensión alcanzó su punto álgido cuando el líder de Vox, Santiago Abascal, lanzó un duro ataque contra el diputado de Sumar, Gerardo Pisarello, acusándolo de odiar "profundamente a España". Las palabras de Abascal desencadenaron una serie de interrupciones por parte de los diputados de Vox, quienes exigían tomar la palabra, pero era turno del diputado socialista Artemi Rallo.

En su intervención, Rallo empezó tachando a Vox de "filonazis que se reúnen con Netanyahu". Además, advirtió al PP sobre acabar devorado por "la bestia neofascista que recorre España y Europa". Cada vez que Rallo hablaba, los diputados de Vox se ponían en pie para gritarle "traidor" con una violencia verbal poco habitual en el Congreso. Armengol se vio obligada a llamar al orden a los diputados de Vox y le gritaron "fuera".

En el momento en el que votaban el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y otros miembros de su Gabinete, se pudieron escuchar gritos de "traidor" en el hemiciclo. Una acusación que se repitió en varias ocasiones mientras miembros del Partido Socialista como Óscar Puente o Félix Bolaños emitían una votación favorable a la ley. Ante los gritos, Sánchez se limitó a negar con la cabeza, mientras miembros de su Gobierno, como Yolanda Díaz, continuaban con sus votos.

A la salida del hemiciclo, la vicepresidenta primera del Gobierno y ministra de Hacienda, María Jesús Montero, celebró ante los medios que es "un día muy importante para la convivencia del conjunto del país", cuando unas declaraciones de Carlos Hernández e Ignacio de Hoces, dos diputados de Vox, la interrumpían diciendo: "Para la traición, cojonudo". La número dos del Gobierno y del PSOE le espetó que ser demócrata consiste en respetar la libertad de expresión. Mientras seguían andando por el pasillo para abandonar el Palacio, un miembro de la Ejecutiva socialista les recriminó sus palabras a los parlamentarios de Vox, al tiempo que el secretario de Organización del PSOE, Santos Cerdán, llamaba a la calma y a obviar lo ocurrido.