Este viernes, el ejército israelí informó la muerte de Ibrahim Aqil, alto funcionario militar de Hizbulá, en una operación dirigida contra la organización en el sur del Líbano. Este suceso marca un nuevo episodio en el largo y turbulento conflicto entre Israel y Líbano, una rivalidad que se remonta a 1948, cuando Líbano se sumó al ataque árabe contra el recién creado Estado de Israel.

A lo largo de estas seis décadas, ambos países han estado en permanente estado de tensión, con dos invasiones israelíes en el sur del Líbano que, si bien resultaron en victorias militares para Israel, no lograron el objetivo de garantizar una frontera norte segura. La primera invasión en 1982 tuvo como pretexto la presencia de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) en el sur del Líbano. Aunque esta operación expulsó a la OLP de la región, quedó marcada por la masacre de Sabra y Shatila, donde más de 15.000 palestinos fueron asesinados en campos de refugiados bajo la ocupación israelí.

Tras una retirada parcial en 1985, Israel mantuvo una franja de seguridad en el sur del Líbano durante casi dos décadas, enfrentándose a una resistencia encabezada por Hizbulá. Este grupo chií, cuyo objetivo declarado es la destrucción de Israel, finalmente obligó a Israel a retirarse completamente en el año 2000.

La paz fue efímera, y en 2006, un ataque de Hizbulá que resultó en la muerte de ocho soldados israelíes desató una nueva guerra entre ambos países. Durante 34 días de conflicto, murieron 1.125 libaneses y 164 israelíes. Aunque el conflicto terminó con un acuerdo de cese al fuego, Hizbulá emergió de la guerra más fortalecida.

Actualmente, apoyado por Siria e Irán, Hizbulá cuenta con alrededor de 100.000 combatientes y un arsenal sofisticado, lo que convierte una posible nueva confrontación con Israel en un conflicto potencialmente devastador para ambas naciones. La muerte de Aqil reaviva la tensión, en un contexto donde la estabilidad en la región es cada vez más frágil.