En una nueva manifestación de su estilo confortativo, el expresidente Donald Trump ha arremetido contra la vicepresidenta Kamala Harris, cuestionando su salud mental basándose en su risa característica. Trump ha calificado la risa de Harris como "de loca", un ataque que parece más dirigido a desacreditarla como figura política que a ofrecer críticas constructivas.

Este ataque se produce en un contexto en el que Trump, posible rival de Harris en las próximas elecciones, ha intensificado su estrategia de campaña a través de descalificaciones personales. En lugar de centrarse en propuestas políticas, Trump y sus aliados han comenzado a destacar aspectos superficiales de sus oponentes, como la risa de Harris, para erosionar su imagen pública.

La estrategia no es nueva en el repertorio de Trump. A lo largo de varias campañas, ha recurrido a tácticas similares para ridiculizar a sus adversarios, buscando manipular la percepción pública mediante ataques personales. En este caso, la risa de Harris se ha convertido en el objetivo de una campaña coordinada para debilitar su figura en el ámbito político.

Además de este ataque, Harris enfrenta una ola de críticas provenientes de supercomités de acción política (Super PAC) que, tras rumores de una posible renuncia de Joe Biden en su favor, han intensificado los ataques contra ella. La estrategia parece estar diseñada para preparar el terreno para una mayor oposición a su ascenso político, haciendo que los ataques a nivel de redes sociales y medios de comunicación se alineen en la misma dirección.

Así, la campaña contra Kamala Harris no solo se centra en su risa, sino en un esfuerzo más amplio para desacreditar su candidatura y su papel en la administración actual.