El reseteo
Industria petrolera, ¿empezar de cero? El colapso de los precios amenaza con destruir el sector
¿Qué están diciendo? Con la rentabilidad en jaque y los precios del crudo en caída libre, los analistas alertan sobre la necesidad de reiniciar la industria desde sus cimientos, mientras el panorama global se enfrenta a un cambio irreparable.

En una jugada que parece más propia de una era pasada que de un país que busca avanzar hacia fuentes de energía más limpias y sostenibles, el presidente Donald Trump ha firmado una serie de decretos ejecutivos destinados a revivir el uso del carbón como una de las principales fuentes de energía en los Estados Unidos.
Trump ha declarado que la administración de Biden desmanteló el sector del carbón sin fundamentos científicos ni pruebas realistas. Sin embargo, los datos pintan una imagen diferente.
El carbón, que históricamente fue la columna vertebral de la producción energética estadounidense, ha quedado desplazado por fuentes más eficientes y menos contaminantes. En la actualidad, el gas natural cubre cerca del 50% de la energía consumida en el país, una fuente que, aunque no completamente limpia, es considerablemente menos contaminante que el carbón, que solo representa el 20%.
Las centrales térmicas de carbón en EEUU son cada vez más obsoletas. Muchas de ellas son viejas y, según los expertos, incapaces de competir con plantas de energía más modernas que utilizan fuentes renovables o gas natural. El costo de operar estas plantas de carbón está aumentando, lo que inevitablemente llevará a un aumento en los precios de la electricidad para los consumidores.
El petróleo: una industria en declive
Pero el carbón no es el único combustible fósil que Trump intenta recuperar. Su administración también impulsó la expansión de la industria petrolera, y en sus últimos movimientos busca restaurar el sector como un motor de crecimiento económico.
Desde su primer día de mandato, Trump prometió aumentar la producción interna de petróleo y gas, reducir los precios del crudo y llenar las reservas estratégicas del país. Sin embargo, la realidad del mercado petrolero está evolucionando de manera que amenaza los planes de Trump.
El precio del petróleo ha caído drásticamente en las últimas semanas, y los analistas advierten sobre una posible crisis en el sector. Actualmente, el precio del barril de crudo de Texas ronda los 56-57 dólares, muy por debajo del umbral necesario para que la extracción mediante 'fracking' sea rentable.
El impacto de la sobreproducción y la guerra arancelaria
El panorama se complica aún más debido a la sobreproducción mundial de petróleo. La OPEP, en su intento por dominar el mercado global, ha aumentado la producción a niveles que han saturado la oferta, lo que ha llevado los precios a caer aún más. La guerra comercial de aranceles ha reducido las expectativas de demanda, lo que ha exacerbado la caída de los precios.
En EEUU, donde el 'fracking' es una de las industrias más relevantes, los costos de producción son insostenibles a precios inferiores a los 60 dólares por barril. Con el crudo estadounidense rondando los 56-57 dólares, la viabilidad de la industria está en serio riesgo. Algunos productores, ante la incertidumbre del mercado, han decidido retrasar sus planes de producción, lo que podría prolongar la caída de los precios.
¿Un retorno al pasado energético?
El regreso de Trump al discurso de 'drill, baby, drill' (perfora, nena, perfora) podría ser una fantasía que choca con las realidades del mercado global. El precio del petróleo, que en su momento permitió la prosperidad de grandes productores como Arabia Saudí y Rusia, se encuentra en niveles tan bajos que muchos de estos países, aliados de Trump, enfrentan serios desafíos económicos.
Si los precios del crudo no superan los 85 dólares por barril, la extracción mediante 'fracking' en EEUU dejará de ser rentable, lo que obligaría a las empresas a recortar su producción o, en el peor de los casos, cerrar muchas de sus operaciones. Esto podría desencadenar una crisis energética similar a las de 2014 y 2020, cuando los precios bajos del petróleo obligaron a las grandes compañías a reestructurarse.
Con la OPEP aumentando la producción y saturando el mercado, las economías de aliados clave como Arabia Saudí y Rusia están siendo seriamente afectadas. Sin embargo, Trump parece dispuesto a soportar el dolor económico con tal de reducir el precio del barril a 50 dólares y conseguir gasolina barata, incluso si eso significa un golpe letal para la economía global.