Este lunes, Israel ha llevado a cabo un ataque aéreo en el centro de Líbano, marcando un nuevo capítulo en la historia del conflicto regional, casi dos décadas después del último enfrentamiento significativo en la zona. Este ataque se enmarca en una serie de operaciones que Israel ha abierto en cuatro frentes simultáneamente: Gaza, Líbano, Yemen y Siria, lo que plantea la pregunta de cómo un país de menos de 10 millones de habitantes puede sostener tal agresividad militar.
La respuesta radica en la impresionante capacidad militar de Israel. Con aproximadamente 200.000 soldados activos y medio millón de reservistas, el país cuenta con una reserva de potencial militar que sorprende, especialmente considerando que la mitad de su población puede ser movilizada. El servicio militar es obligatorio para hombres y mujeres a partir de los 18 años, lo que significa que un notable 42% de la población tiene formación militar. Además, casi todos los líderes israelíes poseen experiencia en combate, incluyendo al primer ministro Benjamin Netanyahu, quien lideró comandos de las fuerzas especiales.
La moral de combate en Israel, alimentada por la historia de victorias en conflictos pasados como 'la guerra de los Seis Días', también juega un papel crucial en su capacidad para llevar a cabo operaciones en múltiples frentes. La combinación de soldados bien entrenados, un espíritu combativo resiliente y un alto presupuesto militar, que supera los 23.000 millones de dólares, contrasta con los recursos de sus vecinos; por ejemplo, Irán gasta menos de 7.000 millones en defensa.
El respaldo de Estados Unidos a Israel refuerza aún más su poderío militar, proporcionándole tecnología avanzada, desde drones hasta sistemas electrónicos para aeronaves. Sin embargo, este despliegue militar también sugiere una posible connivencia con otros países en la región.
Arabia Saudí, los Emiratos Árabes Unidos, Jordania y Egipto, que comparten preocupaciones sobre la influencia de Irán, podrían estar beneficiándose de esta escalada mientras Israel realiza las operaciones. A través de este conflicto, Israel podría estar ejecutando los intereses de Estados Unidos, al mismo tiempo que neutraliza objetivos que son vistos como amenazas por los países aliados.
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Mientras tanto, la falta de respuesta de Líbano, Siria, Yemen e Irán deja entrever un silencio que podría implicar una compleja dinámica de poder en la región, donde Israel continúa jugando un papel decisivo.
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