El Parlamento de Dinamarca ha autorizado esta semana el uso de los idiomas propios de Groenlandia y de las Islas Feroe en la Cámara. Se trata de dos idiomas que tienen carácter oficial en esas regiones, puesto que ambos son territorios autónomos que están bajo la soberanía del Reino de Dinamarca. El Parlamento danés les permitirá hablar en groenlandés y feroés, pero serán los propios diputados lo que tendrán que traducirse a sí mismos. El compromiso ha llegado después de que en mayo la diputada groenlandesa, Aki-Matilda Høegh-Dam, del partido socialdemócrata, Siumut, reavivara el debate sobre el uso de estas lenguas en el Parlamento.

Mientras, en España, el Partido Popular habla de "uso político" de las lenguas oficiales. Y para oponerse al uso de las lenguas oficiales en el Congreso, ha acusado al Gobierno de hacer concesiones a los independentistas con el uso del catalán o el euskera. Sin embargo, el PP también ha hecho concesiones con las lenguas a Vox para mantener sus pactos de gobierno. El último caso ha ocurrido en Baleares, donde la extrema derecha quiere acabar con el uso del catalán. Vox pretende crear una oficina que obligue a usar el castellano en las instituciones. Y amenaza con imponer sanciones de hasta 100.000 euros. Este era uno de los puntos del acuerdo de investidura de Marga Prohens, pero desde el PP balear dicen que no han pactado esa iniciativa.

Sin embargo, no es la única concesión que el PP le ha hecho a Vox en esta materia. En Valencia, la ultraderecha ha conseguido que el Ayuntamiento que dirige María José Catalá recupere el nombre en castellano (Valencia) de la ciudad y que cambie su nombre oficial en valenciano (Valencià). Una denominación que no está recogida en el Estatuto de Autonomía valenciano, ni tampoco está reconocida por la Academia Valenciana de Lengua. Pero aún así, el PP ha cedido ante la ultraderecha. Y es una demostración más de que algunas formaciones políticas están haciendo un problema donde antes no lo había. Y prueba ello es Barrio Sésamo. Un programa infantil donde hablaban catalán, euskera o gallego, sin necesidad de utilizar pinganillos, hace 40 años.