En un mundo donde más de 100 millones de personas han tenido que huir de sus hogares debido a conflictos y vulneraciones de derechos humanos, el equipo olímpico de refugiados se prepara para hacer historia en los Juegos Olímpicos de París. Compuesto por 36 atletas provenientes de 11 países, este equipo no solo busca la gloria deportiva, sino también dar visibilidad a las difíciles realidades de los desplazados.

Entre los atletas se encuentran Muna, una yudoca que escapó de Siria en 2019, y Amir, un piragüista que dejó Irán en 2012 y ahora reside en Alemania. Sin embargo, es Manizha Talash quien capta la atención por su valiente historia. Originaria de Afganistán, Talash cambió su apellido para proteger a su familia, que aún vive en un país donde las mujeres enfrentan severas restricciones. Su pasión por el break dance, que comenzó con un video de YouTube, la llevó a convertirse en la única mujer en su grupo antes de que los talibanes destruyeran su centro de entrenamiento.

En Afganistán, las mujeres tienen prohibido practicar deportes y asistir a la escuela bajo el régimen actual. Talash, ahora en Madrid, utiliza su plataforma para alzar la voz en contra de estas injusticias mientras se prepara para competir.

Tres años en representación de los refugiados

Desde su creación en 2015, el equipo olímpico de refugiados ha participado en dos ediciones de los Juegos Olímpicos, comenzando en Río 2016 con 10 atletas, incluyendo a Yusra Mardini, una nadadora siria que llegó a Europa en patera. Durante su viaje la embarcación empezó a hundirse y tanto ella como su hermana ayudaron a empujar la barca hasta la costa de Lesbos. Las hermanas salvaron la vida de 18 personas.

Este año será la tercera vez que el equipo olímpico de refugiados participa en las olimpiadas, representando y poniendo el foco a una gran parte de la población que ha sido demasiadas veces silenciada o directamente atacada.