¿Qué ocurrió?

El momento más oscuro en la historia del País Vasco: ser sospechoso de delatar a un terrorista era sentencia de muerte

Algunas historias Víctimas como Eugenio, cuyo único 'crimen' fue ser sospechoso de traición, junto con la valentía de figuras como Consuelo Ordóñez, resaltan el miedo, la brutalidad y la constante lucha por la paz en una sociedad vasca marcada por la violencia de ETA.

El momento más oscuro en la historia del País Vasco: ser sospechoso de delatar a un terrorista era sentencia de muerte

En enero de 1995, un acto de violencia estremeció la sociedad vasca y cambió para siempre la percepción que muchos tenían de la banda terrorista ETA. El asesinato de Gregorio Ordóñez, un político del Partido Popular (PP), se convirtió en un punto de inflexión que marcó el inicio del fin del apoyo popular hacia la organización armada.

Ordóñez, un firme opositor de ETA, fue abatido a sangre fría cuando salía de un restaurante en San Sebastián. Su muerte, calculada y cruel, no solo conmocionó a la sociedad, sino que también destacó la irracionalidad de la violencia ejercida por la banda, que ya no solo se dirigía a políticos y fuerzas de seguridad, sino también a cualquier persona que fuera considerada un enemigo del 'movimiento'.

Uno de los episodios más oscuros de esta época fue el asesinato de Eugenio, un dependiente de bicicletas que, según ETA, habría delatado a un miembro de la organización. La realidad fue que Eugenio no tuvo nada que ver con la denuncia; sin embargo, su destino fue el mismo: una bala en la nuca. La confusión que rodeó su muerte es reflejo de la paranoia que dominaba a ETA, siempre dispuesta a ajustar cuentas con cualquiera que sospechara ser un traidor, aunque fuera inocente.

La historia de Valentín Lasarte, uno de los tres etarras involucrados en la muerte de Eugenio, es un claro ejemplo del miedo y la brutalidad de esa época. Lasarte fue identificado en un supermercado por un ciudadano, quien alertó a la policía. Pocos años después, este hombre se cruzó con Consuelo Ordóñez, la hermana de Gregorio, y le dijo "fui yo".

Por su parte, la figura de José Gabriel Mujika, periodista y amigo cercano de Ordóñez, también se ve marcada por la persecución. Tras el asesinato de su amigo, Mujika asumió la dirección de 'El Diario Vasco', pero su vida quedó en la clandestinidad. Se mudó a Madrid, pero continuó trabajando en secreto. En un relato personal, Mujika contó que su anonimato fue su salvavidas, pues ETA nunca logró dar con él.

Sin embargo, la situación fue trágica para otros. El asesinato de Santiago Oleaga, director financiero de 'El Diario Vasco', fue un golpe demoledor para la redacción del periódico, que organizó concentraciones para exigir justicia. La muerte de Ordóñez y sus consecuencias generaron una verdadera catarsis en la sociedad vasca, un despertar del pueblo ante la violencia sin sentido que azotaba su vida diaria.

La hermana de Gregorio, Consuelo, se convirtió en una figura clave en la lucha por la paz. A pesar de las amenazas, los intentos de incendiar su casa y la constante persecución, nunca abandonó las concentraciones por la paz. Su valentía y compromiso se mantuvieron firmes, y aunque muchas veces estuvo en peligro, nunca dio la espalda a su tierra.