Edmundo González, quien hace apenas un mes y medio disputaba la presidencia de Venezuela, se encuentra ahora en el exilio, en un escenario donde la comunidad internacional se ha ido polarizando. Desde el 28 de julio, fecha de las controvertidas elecciones presidenciales, la balanza internacional se inclina a favor de dos bandos opuestos: los que reconocen a Nicolás Maduro como presidente legítimo y los que apoyan a González como el verdadero vencedor.

Entre los países que apoyan a Maduro se encuentran China, Rusia, Catar, Irán, Cuba, Siria, Bolivia, Nicaragua y Honduras. Estos gobiernos han aceptado los resultados oficiales, validando la continuidad de Maduro en el poder. En contraposición, Estados Unidos, Argentina, Uruguay, Ecuador, Perú, Panamá y Costa Rica han reconocido a Edmundo González como presidente legítimo de Venezuela, basándose en las actas publicadas por la oposición, que denuncian fraude electoral.

En una posición intermedia, la Unión Europea y España no reconocen la legitimidad de ninguno de los dos bandos. Exigen mayor transparencia en los comicios y han reclamado investigaciones exhaustivas antes de tomar una decisión definitiva. El ministro de Exteriores español, José Manuel Albares, negó categóricamente que la salida de González de Venezuela fuera resultado de presiones de Maduro, subrayando que su exilio fue por "motivos humanitarios" y no producto de ninguna negociación política.

En América Latina, la postura más crítica ha venido del presidente chileno Gabriel Boric, quien se ha manifestado abiertamente en contra del "falso triunfo autoproclamado de Maduro". Boric, ha declarado que "la dictadura de Venezuela no es la izquierda", marcando una clara distancia con el régimen de Caracas.

La ONU, por su parte, ha emitido un comunicado en el que subraya que las elecciones del 28 de julio carecieron de "transparencia e integridad", aunque, al igual que la UE, no ha ofrecido un reconocimiento oficial a González, recordando el fracaso de estrategias anteriores como la autoproclamación de Juan Guaidó en 2019.

Guaidó, quien en su momento fue reconocido por más de 60 países, incluyendo a España bajo el liderazgo de Pedro Sánchez, no logró consolidar el apoyo suficiente para desplazar a Maduro. Esa experiencia, sumada a la creciente cautela internacional, ha llevado a muchos países a evitar posicionarse de forma prematura esta vez, pese a las numerosas denuncias sobre irregularidades en las recientes elecciones.