La tensión entre Israel e Irán, que durante décadas se ha mantenido en una constante guerra indirecta, ha alcanzado nuevos niveles de hostilidad en los últimos meses. Tras el ataque de abril, en respuesta a la ofensiva israelí contra la embajada iraní, este martes Irán ha vuelto a lanzar un ataque directo contra Israel. Esta es la segunda vez en menos de seis meses que los dos países se enfrentan de manera tan abierta, en una escalada que preocupa a la comunidad internacional.

Sin embargo, la enemistad entre Israel e Irán no es nueva. Ambos países han mantenido un conflicto indirecto que se remonta a décadas atrás. Desde los años 80, cuando Israel invadió Líbano, Irán ha fortalecido su influencia en la región a través del apoyo a grupos armados como Hizbulá, Hamás en Gaza y los hutíes en Yemen. Estas milicias, respaldadas por Teherán, han sido clave en la estrategia iraní para confrontar a Israel sin un enfrentamiento directo. Un ejemplo de ello fueron los atentados en Buenos Aires en 1992 y 1994, perpetrados por Hizbulá, que dejaron decenas de muertos y un profundo rastro de tensión en la relación entre ambos países.

A lo largo de estos años, el principal temor de Israel ha sido el avance del programa nuclear iraní. La preocupación de que Irán desarrolle armas nucleares ha motivado a Israel a lanzar repetidos ataques contra instalaciones nucleares iraníes y de otros países aliados. En 2007, Israel ejecutó la 'Operación Huerto', destruyendo lo que se sospechaba que era un reactor nuclear en Siria. Instalaciones como la de Natanz en Irán han sufrido repetidos ataques, sabotajes y ciberataques, muchos de ellos atribuidos a Israel y Estados Unidos.

En 2020, la muerte de uno de los principales científicos nucleares iraníes, Mohsen Fakhrizadeh, en un atentado en Teherán, desató una ola de protestas en Irán, donde se acusó a Israel de estar detrás del asesinato, aunque el gobierno israelí nunca lo reconoció.