En los últimos 100 años, más de 80 líderes políticos han sido asesinados. Destaca la década de los 70 donde hubo un total de 20 líderes políticos asesinados, nueve ocurrieron en el contexto de golpes de Estado y siete fueron resultado de atentados terroristas.

Entre los casos más destacados se encuentra el asesinato del presidente del gobierno español designado por Franco, Carrero Blanco, víctima de un atentado perpetrado por ETA mientras se dirigía a su despacho. También, el primer ministro italiano Aldo Moro fue asesinado durante su mandato por las Brigadas Rojas después de ser secuestrado.

Estos trágicos eventos ocurrieron en un contexto mundial marcado por el magnicidio del presidente estadounidense John F. Kennedy en 1963, seguido por el asesinato de su hermano Robert Kennedy en 1968 durante su campaña electoral en California.

La violencia política continuó en las décadas siguientes, en los 80 hubo dos intentos y dos asesinatos consumados de líderes políticos, el primero el de la primera ministra india Indira Gandhi, que fue abatida a tiros por dos de sus guardaespaldas en 1984. Dos años más tarde, el primer ministro sueco Olof Palme, el padre de la socialdemocracia, recibió dos disparos cuando salía del cine con su mujer.

El presidente de Estados Unidos, Ronald Reagan, se quedó en el intento, solo una de las seis balas que le dispararon consiguió herirle de forma leve. En el caso de la primera ministra del Reino Unido, Margaret Thatcher, se libró por poco cuando el IRA colocó una bomba en el hotel antes de la conferencia del Partido Conservador.

En los 90, el primer ministro israelí, Isaac Rabin, recibió dos disparos mortales de un ultranacionalista. Los asesinatos no terminaron en los 2000, mataron al primer ministro serbio, a la ministra sueca de Asuntos Exteriores y lo intentaron con Jacques Chirac, el presidente de la República Francesa, que se salvó porque el atacante falló el tiro.

No pasó lo mismo con Shinzo Abe, el primer ministro japonés que recibió dos disparos en plena calle hace dos años. Tres meses después intentaron asesinar a la presidenta argentina Cristina Fernández de Kirchner.